Lección 19: Agua, Sangre y Espíritu

Lección 19: Agua, Sangre y Espíritu

Pasaje Bíblico: 1 Juan 5:6-8.
Juan presenta tres pruebas convincentes de que Jesús es el Hijo de Dios en su carta. La primera es el agua, simbolizando su bautismo, donde Dios lo proclama su Hijo amado. Luego, la sangre representa su crucifixión, demostrando que murió como el Cordero de Dios para nuestra redención. Finalmente, el Espíritu Santo da testimonio de la verdad de Cristo, guiando a los creyentes hacia él. Estas tres pruebas están en perfecta armonía, confirmando la autenticidad de Jesús como el Mesías. Su vida, muerte y resurrección cumplen perfectamente las profecías y revelan su divinidad.

Introducción

Un canal de televisión llamado Tribunal TV, debutó hace un par de décadas. Hoy lleva por nombre TruTV. Cuando comenzó, abundaban los escépticos que dudaban del éxito del canal. La idea de un canal que transmitiera tribunales, juicios y juzgados no parecía tener mucho atractivo para los consultantes televisivos.

Pero Tribunal TV debutó el 1 de Julio de 1991, con juicios ya en progreso. Robert Scott Hill estaba siendo juzgado en Florida, acusado de matar a su suegra, 25 años atrás; un caso en el cual el mismo hijo de Robert Hill, ahora un detective, era el testigo principal en contra de su padre.

La profesora Pamela Smart estaba también en juicio por persuadir a su estudiante/amante de 17 años a asesinar a su marido – pero no en frente del perro, ella había instruido – ella no quería traumar al perro.

Robert Hill fue hallado inocente y Pamela Smart fue hallada culpable.

Para sorpresa de muchos en la industria, Tribunal TV fue un éxito. De hecho, Diez años más tarde, los ratings demostraban que Tribunal TV, ahora llamado TruTv era el canal de televisión con mayor crecimiento en el país – con 65 millones de televidentes alrededor del mundo y ganancias publicitarias que superaban los $50 millones de dólares al año.

Y es que es interesante ver cómo se desarrolla un juicio – nos ponemos mentalmente de parte del jurado y con intriga pesamos la evidencia.

Pueden ser evidencias circunstanciales o evidencias gráficas – como fotografías o videos; evidencias físicas como el arma usada en el crimen; evidencias forenses como un rastro de ADN; a todo eso, agregue las declaraciones de testigos y los elocuentes discursos de los abogados, y tendrá un gran drama en la corte, digno de ser televisado.

Cuando llegamos al capítulo 5 de 1 Juan, vemos que el apóstol Juan está tomando el rol de un abogado divinamente inspirado… presentando su caso a favor de la verdad del cristianismo… dando una pieza de evidencia a la vez.

Evidencia de que Jesús es Dios Encarnado

Si estuvo con nosotros en nuestro último estudio, recordará que Juan hizo la maravillosa y audaz afirmación de que los cristianos son victoriosos.

¿Y cuál es la base del cristiano para decir que es victorioso? Veamos lo que dice 1 Juan 5:5 donde Juan escribe, ¿Quién es el que vence al mundo? el que vence al mundo es aquel que cree que Jesús es el Hijo de Dios.

En otras palabras, la persona que llega al veredicto que Jesús es el Hijo de Dios ha logrado la victoria en la fe.

Ahora, Juan inmediatamente siente la necesidad de proveer evidencia para fundamentar su veredicto. Juan, ¿que evidencia puedes traer para afirmar que Jesús es el Hijo de Dios?

¿Puedes darnos alguna evidencia física y tangible – algún testigo que nos pruebe sin duda alguna que Jesús es realmente el Hijo de Dios?

Y es que, este no es solo el juicio del año, O el juicio del siglo – esto no es para un programa de televisión – este veredicto es lo que determina nuestro destino eterno.

Juan parece anticipar estas preguntas – y ya que su intención en este capítulo es remover toda duda de la mente y corazón del cristiano – y afianzar nuestras convicciones – el apóstol nos provee 3 formas de evidencia.

Tres evidencias que Jesús es el verdadero Mesías.

  • Evidencia número 1: Agua
  • Evidencia número 2: Sangre
  • Evidencia número 3: Espíritu.

Ahora note el versículo 6. Éste es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre…

Lo primero que quiero que notemos es la frase – “Este es Jesucristo, que vino.” Note que está en tiempo pasado.

El vino. El Mesías, Jesucristo, ya vino.

Juan usa el tiempo aoristo para declarar que la venida del Mesías ya se había convertido en una realidad histórica.[i]

Técnicamente, no estamos esperando la venida del Mesías, estamos esperando el regreso del Mesías – porque el ya vino una vez.

¿Y cuál es la evidencia, Juan?

Note el versículo 6 nuevamente. Éste es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre.

En el original, agua y sangre tienen el articulo definido detrás, lo que se leería: el agua y la sangre. Juan hace esto para demostrar que estos son eventos distintos y separados en la historia.[ii]

En otras palabras, hay dos momentos específicos en la historia que evidencian que Jesús es el Hijo de Dios, nuestro Mesías.

Un evento tiene que ver con agua y el otro con sangre – y claramente están en ese orden.

¿Así que, qué eventos en la biografía de Jesús se relacionan con el agua y con la sangre?

Primero que nada, esta su bautismo y los eventos que lo rodearon – los milagrosos sucesos que probaron que él estaba a punto de empezar su ministerio mesiánico.

¿Y qué acerca de la sangre? No hay evento más sangriento en la vida de Jesús que su crucifixión – donde Él derramó su sangre para que podamos ser justificados a través de la fe (Romanos 5:1).

Juan está señalando los límites del ministerio de Jesucristo. Su ministerio empezó con su bautismo y terminó con su crucifixión – y luego su resurrección.

Un autor lo puso de esta forma; Jesús inició su ministerio de salvación por medio del agua del bautismo y consumó su obra de salvación por medio de la sangre de su crucifixión.

Su bautismo caracteriza su vida perfecta. La crucifixión caracteriza su muerte redentora. O en otras palabras, el agua fue la evidencia de su vida divina. Su sangre fue la evidencia de su obra divina.[iii]

Así que, lo que Juan hace aquí es apuntar hacia la evidencia de la autenticidad de Cristo al mostrarnos estos dos eventos claves.

Un evento inició su ministerio; el otro evento culminó su ministerio.

Así que retrocedamos en el tiempo hacia estos dos eventos – y miremos la evidencia que los rodea, evidencia que clara y milagrosamente probaron que Jesús es el Hijo de Dios.

 

Evidencia #1: El Agua

Vayamos al Evangelio de Mateo, capítulo 3 y veamos con un poco más de detenimiento esta primera evidencia – la evidencia del agua.

Un profeta del Antiguo Testamento llamado Juan – no el apóstol Juan, sino Juan el bautista – aparece en escena invitando a todo judío a identificarse con su mensaje de arrepentimiento y anticipación por la venida del Mesías.

Note el versículo 13 – Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.

Ahora, Juan sabía que Jesús no necesitaba demostrar arrepentimiento al ser sumergido en el Jordán, porque él no tenía pecado del cual arrepentirse.

Pero Jesús va a ser bautizado por una razón diferente – él dice en el versículo 15 que era conveniente cumplir así toda justicia.

Jesús dice, “en este momento, es conveniente… es apropiado.”

¿Porque era apropiado para Jesús el bautizarse? Era apropiado porque,

  • Jesús está identificándose con el pueblo de Dios.
  • Él está mostrando una señal externa de obediencia al mensaje de Dios a través de su profeta.
  • Él está señalando el comienzo de su ministerio publico.
  • Él también está presentándose de forma pública como el Cordero de Dios por el Profeta de Dios
  • Finalmente, y lo más importante para Juan en su primera carta, este evento – su bautismo en agua – va a proveer un testimonio físico, una evidencia innegable de parte del trino Dios de quien es Jesús.

Note el versículo 16. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

La voz de Dios el Padre hace eco desde lo alto y todos los que están presentes en el rio Jordán escuchan – este hombre es mi Hijo.

Jesús es el Hijo de Dios – Primera Juan 5.

Y note esto… Dios el Padre, aquí en Mateo 3, está realmente citando desde su misma palabra inspirada – intencionalmente – estratégicamente.

La primera parteeste es mi hijo amado es una cita del Salmo 2:7 – un Salmo que todo judío aceptaba como una descripción del Mesías – el rey divino que habría de venir.

La segunda parteen quien tengo complacencia viene de Isaías 42:1 donde la descripción del Mesías sufriente culmina en Isaías 53 – allí se nos dice que el Mesías vendría como un Cordero que sería llevado al matadero.

En Isaías 42:1, Dios el Padre dice que el pondría su espíritu sobre el Mesías.

Y aquí, en su bautismo, vemos al Espíritu descender en forma de una paloma mientras que el Padre cita un par de versículos del Antiguo Testamento que describen al Mesías y efectivamente dice – ¡aquí esta!

Que más obvio podría haber sido para la nación de Israel.

El hijo de Dios – el Mesías destinado a sufrir – ¡el cordero de Dios que vino para morir por los pecados del mundo está aquí!

El rey ha llegado – pero su primera corona sería una hecha de espinas y su primer trono sería una cruz.[iv]

Este momento clave es la evidencia número uno de Juan en su carta para demostrar que Jesús es el Hijo de Dios. Agua.

Evidencia #2: La Sangre

Juan deja en claro en 1 Juan 5:6 que la evidencia de que Jesús es el Hijo de Dios – el Mesías – no solo es este evento que involucra agua; sino que también otro evento que involucra sangre.

La sangre hace referencia a la muerte de Jesús sobre la cruz.[v]

Pero Juan tiene más en mente cuando trae esta evidencia de la crucifixión.

Los falsos maestros estaban diciéndole a la iglesia que el Hijo de Dios no podía morir. Pero Jesús – habiendo ya probado ser el hijo de Dios en su bautismo ciertamente murió – el derramó su sangre.

Además, los gnósticos estaban diciendo que Cristo era solamente un espíritu divino que descendió sobre Jesús en su bautismo pero que lo dejó en la cruz y, por lo tanto, Jesús murió como un simple hombre, común y corriente.

Pero observe ahora como Juan refuta esta falsa enseñanza en el versículo 6 Éste es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre. Y note que para enfatizar Juan continúa diciendo – no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre.

De hecho, cuando Jesucristo resucitó, el rápidamente apareció a dos discípulos desanimados que estaban volviendo desde Jerusalén a la pequeña aldea llamada Emaús. Y Jesús les dijo, “¿No era necesario que el Cristo – el Mesías – padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? (Lucas 24:26).

Jesús, el Cristo, fue bautizado con agua… y Jesús, el Cristo, fue clavado en una cruz donde derramó su sangre por nosotros.

El cristianismo es una religión sangrienta – es la sangre de Jesús que nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).[vi]

El cristianismo no es una religión donde la humanidad sacrifica su vida por un dios – el cristianismo es la única religión donde Dios sacrifica su vida por la humanidad.

  • El sacrificio de Cristo había sido ilustrado en el cordero de la pascua por siglos.
  • La sangre de Cristo había sido ilustrada en los sacrificios diarios en el Templo.
  • El derramamiento de sangre por parte de Cristo fue el último sacrificio expiatorio, y el único sacrificio necesario para limpiarnos de todo pecado.

En la Biblia encontramos consistentemente esta doctrina de Cristo, como el cordero expiatorio:

  • La pascua ilustraba la muerte de Cristo con el sacrificio del cordero pascual.
  • Isaías 53 profetizó del sufrimiento del Cordero
  • Juan el bautista identificó a Jesús como el Cordero de Dios.
  • La cruz del calvario fue empapada con la sangre sacrificial del cordero de Dios.
  • Y las huestes celestiales aun ahora cantan en el cielo y alaban al cordero resucitado y exaltado.

Y nosotros un día nos vamos a unir también a su canto, el cual el mismo apóstol Juan escuchó cantar;

El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir (o cantar): Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 5:11-14)

La decisión más importante que usted va a tomar en su vida es el veredicto que tome acerca de este cordero. ¿Es él su cordero sacrificial?

La música no solo empieza en el cielo. Usted puede encontrase entre aquellos en la iglesia que se glorían en la cruz de Cristo y cantan;

Hay un precioso manantial
De sangre de Emanuel
Que purifica a cada cual
Que se sumerge en Él

¿Es usted uno de aquellos que cantan esta verdad? ¿Es Cristo su cordero expiatorio?

Usted quizás diga, he estudiado un poco de historia y la verdad es que la crucifixión no tiene nada de espacial. Era algo común en los días de Jesús. A Roma le encantaba este tipo de sentencia cruel y dolorosa.

De hecho, Josefo, el historiador de primer siglo escribió que más de 1000 personas fueron crucificadas en esa región el mismo año que Cristo fue crucificado.

Y sabemos a partir de los registros históricos que para cuando Cristo fue crucificado, los romanos ya habían crucificado a más de 30.000 hombres solo en Israel.[vii]

Muchos de ellos en el mismo monte que llamamos calvario. ¿Dónde está la evidencia de que su muerte significó algo más que la muerte de cualquier otra persona?

Bueno, volvamos una vez más por unos instantes a esta escena descrita en el evangelio de Mateo, capítulo 27.

Se nos dice en el versículo 45 que mientras Cristo colgaba en la cruz; repentinamente, a las 12 del mediodía hasta las 3 de la tarde, cayó literalmente gran oscuridad sobre la tierra.

El lenguaje aquí enfatiza la totalidad de la oscuridad.[viii]

Sin duda se habrían necesitado antorchas para ver algo – el tumulto y las burlas en contra de Jesús evidentemente habrían cesado – una espeluznante oscuridad cubría todo.

Una de las plagas de Egipto había sido oscuridad por tres días – y desde entonces, este tipo de oscuridad había quedado para siempre relacionada con la primera pascua y el juicio de Dios.[ix]

Estas tres horas eran claramente un paralelo de ese juicio – solo que esta vez, Jesús estaba experimentando vicariamente el juicio de Dios el Padre en nuestro lugar, siendo el sacrificio expiatorio por nuestros pecados.[x]

Luego Jesús clamó sintiendo el abandono del Padre mientras, por primera vez en la historia, el Hijo y el Padre se separaban.

  • Cristo había sido abandonado por sus discípulos.
  • Traicionado y luego negado.
  • Él había sido rechazado por la nación judía y sus líderes.
  • Él había sido condenado por las autoridades y su propio pueblo.
  • Él estaba recibiendo burlas de parte de sus enemigos – los soldados, los líderes judíos, incluso criminales.
  • Él estaba sufriendo absolutamente solo y ahora él es abandonado por su mismo padre.[xi]

Y luego Cristo clama en victoria – consumado es – registrado en el versículo 50

Quizás usted sea abandonado, rechazado, traicionado, negado, condenado, burlado, o incluso asesinado, pero la muerte sangrienta de Jesucristo significa que usted nunca va a ser abandonado por Dios el Padre.

Luego, el versículo 51 nos informa que el velo del templo, que separaba el lugar santo del lugar santísimo se rasgó en dos – desde arriba hacia abajo.

Esto me encanta – piense que es lo que esto significó para los sacerdotes y líderes religiosos que habían planeado crucificar a Cristo.

Esta cortina tenía 18 metros de alto y 15 centímetros de grosor. Era una tela pesada con hermosos querubines – ángeles – bordados en tonos azules.

El lenguaje en este texto aquí da a entender que el velo se rasgó con violencia – la tela no se rasgó lentamente, sino que, en un rápido y milagroso momento, esa cortina fue rasgada desde arriba hacia abajo.

No había escaleras en ese lugar – o alguna plataforma – solo había una mano que podía haber desgarrado el velo, como si dijera: todos pueden entrar a mi presencia gracias al sacrificio de Cristo. Esta era indudablemente la mano de Dios. Piénselo, los sacerdotes no hicieron nada más que coser la cortina nuevamente y volver a sus tradiciones vacías.

Sin embargo, el mensaje había sido entregado.

Mateo registra que un terremoto sacudió toda la región. Y como si no fuera evidencia suficiente de que Jesús era exactamente quien él dijo ser… algo más ocurrió mientras el cuerpo sangriento de Cristo colgaba sobre esa cruz.

Mire el versículo 52. se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos

 ¿Que tal esa evidencia?

Personas, que sabe que han estado enterradas años, salen de sus tumbas y aparecen en la puerta de su casa. Estos no son zombis, as todo esto… y no están corriendo por todos lados atacando y comiendo personas.

Ellos evidentemente recibieron cuerpos glorificados e ilustraron el poder de Jesucristo para dar vida a todo aquel que cree en Él. El lenguaje indica que ellos, tal como Cristo después de su resurrección, aparecieron a muchos – por un tiempo – y luego ascender al Padre.

¿Puede imaginarse ser uno de ellos? Un día lo será

Jesús había dicho antes… parado delante de la tumba de Lázaro, yo soy la resurrección y la vida – aquel que cree en mi va a vivir aun después que muera (Juan 11:25 parafraseado)

Permítame darle algunas evidencias… “Lázaro, sal fuera.”

Y eso experimentaremos todos un día.

Aquí está la evidencia que respalda el veredicto de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios:

Tenemos la milagrosa evidencia del agua de su bautismo y la milagrosa evidencia de su sangrienta crucifixión. Estas son evidencias externas.

Juan agrega una evidencia más antes de continuar. Las primeras dos fueron evidencias físicas, evidencias externas de la autenticidad de Cristo; esta tercera evidencia es invisible e interna.[xii]

 

Evidencia #3: El Espíritu

Volvamos por un momento a primera Juan 5, versículo 6. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.

En otras palabras, la misma naturaleza del Espíritu Santo es decir la verdad. Y en varias partes del Nuevo Testamento, el Espíritu nos manda a exaltar, seguir y confiar en Jesucristo.

Permítame agregar en este momento que, desafortunadamente, en las traducciones más antiguas de la Biblia como la Reina Velera, o la Biblia de las Américas, hay una frase que fue agregada al versículo 7 por un hombre llamado Erasmo en el siglo 16. Él agregó una frase acerca del testimonio del Padre, el Verbo y el Espíritu Santo – una frase que desde entonces ha creado un montón de debate.

Y es desafortunado porque esta inclusión en nuestras Biblias no cambia la doctrina de la trinidad; pero si afecta la interpretación de este pasaje.

Esta frase se agregó porque algunas personas querían fortalecer la doctrina de la trinidad. Por su presión, Erasmo reaciamente agregó la frase a su tercera edición del Nuevo Testamento Griego – y se convirtió en parte de la familia de manuscritos conocidos como el texto recibido.

La doctrina de la trinidad puede y debe ser sustanciada a partir de otros textos.

Como los que hemos estudiado anteriormente – si leemos del bautismo de Jesús ¿qué es lo que encontramos? El Padre está hablando desde el cielo; y el Espíritu de Dios descendiendo sobre Jesús, el Hijo de Dios.

Pero note, tal como hemos pasado todo este tiempo observando hoy, El apóstol Juan no está refiriéndose a la trinidad del Padre, hijo y Espíritu Santo aquí.

Ese no es el punto. Él está refiriéndose a la trinidad de evidencia innegable que encontramos en el agua del bautismo, la sangre en la crucifixión de Cristo, y ahora el testimonio de la verdad ligada a la persona del Espíritu Santo.

De hecho, Juan está conectando ese tema con la próxima frase – note el versículo 8 – traducido de mejor manera en la NVI “Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre.

Literalmente, estos dicen la misma cosa. Juan escribe que el Espíritu da testimonio – y a todo esto, él no solo nos dice la verdad – Juan enfatiza en el versículo 6 – note – porque el Espíritu es la verdad.

Él no tiene que poner su mano sobre una Biblia y jurar que va a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad… porque su misma naturaleza es verdad.

Y es su rol dar testimonio de Cristo – exaltar a Cristo el Salvador delante de la humanidad – guiar al creyente en sumisión al liderazgo soberano de Jesucristo.

Así que el versículo 8 concluye – Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo. En otras palabras, si fuera a separarlos – le contarían la misma historia.

Y el tiempo presente de este verbo nos informa de la continua actividad de estos testigos en revelar la verdad que Jesucristo es el Mesías, el Hijo del Dios viviente.

Sobre el estrado, ellos van a decir y señalar los mismos hechos.

No como unos cuatro niños que un día llegaron tarde al colegio y le dieron la excusa al profesor que en el camino se les había reventado un neumático. El director inmediatamente los separó en cuatro habitaciones distintas y luego le preguntó a cada uno la misma pregunta – ¿cuál neumático fue?

Tuvo cuatro respuestas diferentes.

Agua, Sangre y Espíritu. Estos son los testigos que Juan ha llamado el día de hoy – y estos testigos le contarán siempre la misma historia – que Jesús es el Cristo – el Hijo de Dios – el Salvador que en realidad vivió y murió y resucitó para darnos vida.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el día 29/09/2013

© Copyright 2013 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 234


[ii] Herschel H. Hobbs, The Epistles of John (Thomas Nelson Publishers, 1983), p. 126


[iii] Roy L. Laurin, First John: Life at its Best (Kregel, 1987), p. 170


[iv] Adapted from William Barclay, The Gospel of Matthew: Volume 1 (Westminster Press, 1975), p. 60


[v] Hobbs, p. 128


[vi] R. Kent Hughes, John: That You May Believe (Crossway Books, 1999), p. 46


[vii] John MacArthur, Matthew 24-28 (Moody Press, 1989), p. 266


[viii] Grant R. Osborne, Exegetical Commentary on the New Testament: Matthew (Zondervan, 2010), p. 1036

[ix] Ibid


[x] Ibid


[xi] Adapted from Osborne, p. 1037


[xii] Adapted from Sam Gordon, Living in the Light: 1, 2, 3 John (Ambassador, 2001), p. 195