Lección 36: Sinergia

Lección 36: Sinergia

Pasaje Bíblico: 3 Juan 8.
Un grupo de personas que trabajan juntas puede lograr mucho más que cuando cada persona trabaja sola. Esta es la sinergia. A partir de la tercera carta del apóstol Juan, el pastor Stephen Davey nos desafiará a cumplir nuestro llamado divino, como cristianos, a trabajar juntos… en sinergia.

Introducción

Sinergia es una palabra popular hoy en día y se reconoce en prácticamente todos los aspectos de nuestro ocupado mundo.

Si la busca, encontrará que la palabra sinergia se define de la siguiente manera:

El poder combinado de un grupo de agentes trabajando juntos que es mayor que el poder total alcanzado por agentes individuales que trabajan solos. (Miriam-Webster: Sinergia)

En otras palabras: Usted solo puede lograr mucho; pero usted y otra persona, combinando sus esfuerzos, pueden lograr mucho más.

En pocas palabras, la sinergia es trabajo en equipo, cooperación, colaboración. Aquí hay una palabra de la que todo el mundo sabe mucho: colusión. Ahora está prestando atención. La colusión es una sinergia ilegal donde las personas trabajan juntas en secreto para influir en algo que se supone que no deben hacerlo: podría ser el precio de las acciones en Wall Street, una oferta en una subasta o, como escuchamos todos los días, en lo que respecta a la influencia política.

En el mundo espiritual, el lado positivo de la sinergia es la iglesia: allí nos ofrecemos a hacer lo que podemos y unimos fuerzas con los demás para lograr el objetivo. Solo piense en todas las personas que colaboran para que cada reunión en la iglesia fluya de manera correcta.

No solo está el predicador que se ha preparado durante esa semana, sino que también están los hermanos que han ayudado con el audio, conectando los micrófonos y demás. Probablemente habrá alguien encargándose de la tecnología – el proyector, la computadora, transmitiendo la reunión en vivo a las redes sociales, etc. Están los hermanos que dirigen la alabanza, los que ayudaron con la limpieza del templo y ordenar las bancas o sillas. Estan los hermanos que ayudan con la hospitalidad, reconociendo a las visitas, ayudando a que todos tomen su asiento, entregando materiales. Hay maestros y maestras de escuela dominical, hay hermanas en la guardería, hermanas que han decorado el templo, hermanos que preparan el café… y podría seguir y seguir. Todos estamos trabajando para el mismo fin, y logramos mucho mas juntos que cada uno por separado.

Sinergia también es hacer discípulos. Es tomarse el tiempo para alcanzar y enseñarle a alguien lo que usted sabe, de modo que juntos logren más de lo que podrían lograr solos.

Permítame darle una ilustración de sinergia que se encuentra justo en frente suyo. Usted me está escuchando hablar ahora mismo – al menos en teoría.

Cada palabra que hablo requiere el esfuerzo sinérgico, la cooperación combinada, de 72 músculos diferentes.

Diferentes músculos están trabajando juntos de manera sinérgica para que yo pueda pronunciar estas palabras. Setenta y dos músculos cooperando.

Yo no sabía que tenía tantos músculos que aún seguían cooperando.

Permítame darle otra ilustración sobre el impacto de la sinergia, que en realidad es hacer discípulos. Aquí hay algo que leí recientemente.

Cuando una hormiga hembra (de cierta especie que no puedo pronunciar) sale a traer comida, elegirá una hormiga más joven para que la acompañe.

A medida que la hormiga mayor corre por el camino hacia la comida que ya ha encontrado anteriormente, el estudiante la seguirá, pero a menudo se quedará atrás, deteniéndose para identificar puntos de referencia, explorando cada lado del camino. Y eso crea una brecha entre ellos, y la hormiga maestra tendrá que detenerse repetidamente.

Luego, cada vez, cuando la hormiga más joven está lista, correrá hacia adelante y le dará un golpecito a la hormiga maestra en sus patas traseras. Y reanudan así su camino. Parar y seguir, parar y seguir, una y otra vez.

Como se podrá imaginar, este proceso es especialmente agotador para la hormiga mayor. Es como si estuviera tratando de preparar la cena con un niño de 3 años en la cocina… o su esposo – estoy seguro de que está tratando de ayudar.

Bueno, los investigadores han observado que, si la maestra pudiera viajar sola, podría viajar cuatro veces más rápido.

Sin embargo, al hacerlo de esta manera, la hormiga estudiante termina aprendiendo cómo hacerlo y luego es capaz de enseñarles a otras hormigas jóvenes, lo que aumenta el potencial de aprendizaje en la colonia.

Ahora, escuche esto: algunas hormigas maestras en esta especie, por alguna razón desconocida, deciden hacerlo todo ellas mismas. De hecho, arrojan a la hormiga joven sobre su espalda, patas arriba, y la llevan a la fuente de alimento y luego la bajan para que la ayude a transportar la comida de regreso a la colonia.

Todo funciona más rápido. Ambas se cargan de comida y regresan a casa. Sin embargo, esta hormiga joven no puede regresar sola, porque no puede recordar cómo regresar a la fuente de alimento, y eso se debe a que la hormiga mayor la llevó allí, patas arriba.[i]

La sinergia y el trabajo de una hormiga nunca se multiplica en la vida de otras sin dedicación y esfuerzo… y lo mismo se aplica fácilmente al proceso de hacer discípulos.

Sí, le llevará más tiempo… pero al final doblará y luego triplicará la mano de obra.

La sinergia se produce cuando toma su lugar – lo que sea que Dios le dé y donde sea que Dios lo coloque – pero reconoce que está allí para trabajar con otros, para cooperar con otros; para unir sus recursos con otros; para combinar sus esfuerzos con los de los demás, para que juntos logren más de lo que podrían lograr solos.

Y esta es exactamente la idea que un antiguo hacedor de discípulos llamado Juan tenía en mente. Permítame mostrárselo mientras volvemos a abrir nuestra Biblias en la Tercera carta de Juan.

Nuestra Sinergia con la Verdad

Retrocedamos y comencemos en 3 Juan versículo 5, donde Pablo elogia a Gayo por ayudar a unos hermanos misioneros que habían pasado por la ciudad.

De hecho, quiero que lea este pasaje en su biblia mientras yo leo mi propia paráfrasis ampliada para incluir parte de las interpretaciones que sacamos de este texto en nuestro último estudio juntos.

Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. Porque ellos salieron por amor del nombre de El, sin aceptar nada de los gentiles. (3 Juan 5-7).

Paráfrasis: Mi querido amigo, estás actuando fielmente en todas las formas en que sirves a estos obreros de la iglesia, y especialmente a aquellos a quienes nunca habías conocido; han testificado en una reunión de la iglesia de tu amorosa hospitalidad. Sigue haciendo ese trabajo tan hermoso mientras los cuidas, tal como lo harías con Dios si se presentara en tu casa. Porque llevaron el evangelio a las calles, para hablar al mundo acerca de Jesús, el Nombre sobre todo nombre; y ellos han determinado que no van a depender del apoyo financiero de los incrédulos.

Y ahí es donde lo dejamos. Ahora, analicemos lo que Juan escribe a continuación en el versículo 8.

Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad (3 Juan 8).

Mi deseo, el día de hoy, es intentar capturar el significado y la pasión de las palabras de Juan al darle dos palabras clave que resumen su declaración final sobre este tema.

  1. La primera palabra es responsabilidad.

Juan escribe,

Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas (3 Juan 8a).

La palabra que Juan usa traducida “debemos” es una palabra fuerte que denota una obligación moral.[ii]

Y en este contexto, Juan presenta el argumento de que la iglesia debe apoyar a los obreros que se dedican a tiempo completo a la iglesia y su labor espiritual. Estos hombres incluían evangelistas viajeros, maestros, plantadores de iglesias, a lo que llamamos en mi iglesia pastores vocacionales, miembros del personal de la iglesia, colaboradores globales y miembros del personal global que trabajan en otros países del mundo.

Ahora debe comprender que, en los primeros días de la iglesia, no había nada parecido a una ocupación ministerial vocacional totalmente financiada, ya fuera pastor, colaborador global, evangelista, plantador de iglesias, alguien sirviendo en algún campo misionero, o como sea que usted pueda servir al Señor – como lo decimos – “a tiempo completo”.

¡Eso mismo es lo que Juan está sugiriendo! De hecho, usa el tiempo presente para hablar de esta obligación, lo que nos permite saber que esta es una obligación permanente de la iglesia.[iii]

Esta fue una idea radical.

En nuestro último programa, mencioné a William Carey, un hombre que sería pionero del ministerio en la India, hoy lo conocemos como el Padre de las misiones modernas.

Él le pidió a cuatro empresarios que sujetaran las cuerdas de apoyo para poder descender a la mina de oro de la India. No podía irse sin su apoyo y no podían llegar a la India sin que él fuera. Tenía que haber sinergia. Y así hicieron ese ahora famoso compromiso de sostener una cuerda para apoyar a William Carey.

Pero incluso antes de decidirse a partir hacia la India, Carey comenzó a tomarse todo el tiempo que pudo para estudiar la palabra y predicar y evangelizar en su región. De hecho, varios pastores notaron que sus bancas se estaban llenando con los resultados de los esfuerzos de hacer discípulos de William Carey.

Pero como resultado, su trabajo como zapatero comenzaba a acumularse y su vida se estaba volviendo realmente difícil con este desafío bi-vocacional.

De hecho, leí en su biografía cómo un amigo lo confrontó un día por “descuidar su negocio de zapatería” a lo que Carey respondió: “¿Descuidar mi negocio? Mi negocio es extender el reino de Cristo. Solo hago zapatos para pagar los gastos”.[iv]

No pasó mucho tiempo antes de que Carey escribiera un documento instando a la iglesia a apoyar a las personas que querían entregar sus vidas al ministerio.

El nombre de su folleto era Una investigación sobre las obligaciones de los cristianos de utilizar medios para la conversión de los paganos (William Carey, 12 de mayo de 1792).

¿Qué tal el título de un libro? Se convirtió en un éxito de ventas… y causó mucho revuelo. ¡¿Qué quieres decir con que estamos obligados?!

No era más que esta frase en 3 Juan versículo 8 que él desarrolló y aplicó.

Juan escribe, note de nuevo:

Nosotros, pues, debemos acoger (o apoyar) a tales personas (3 Juan 8a).

Tenemos la obligación moral y espiritual de financiar a los trabajadores de la iglesia. Y la palabra que Juan usa aquí, traducida “acoger” es una palabra compuesta muy descriptiva. En el original griego, la palabra es hupolambano. Hupo significa debajo y lambano significa recibir o atrapar – atrapar debajo. O, en nuestro idioma, podríamos traducir esta palabra como suscribir, avalar, o respaldar. [v]

Esto es exactamente lo que dice Juan:

Por tanto, debemos suscribirnos a tales hombres.

Nos obligamos a contribuir para que realicen la obra.

Cuando asumimos los gastos de estos evangelistas y predicadores itinerantes, plantadores de iglesias y obreros globales, los está financiando, respaldando, se está suscribiendo a lo que hacen.

Jesús introdujo esta idea cuando envió a sus discípulos a lo que llamaríamos un viaje misionero a corto plazo y les dio la siguiente directiva, llena de significado para el desarrollo futuro de la iglesia. Él les dijo, cuando lleguen a un pueblo, encuentren hospedaje con alguien que simpatice con su mensaje del evangelio – y luego Jesús dijo,

posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario (Lucas 10:7).

Cuando mis tres hermanos y yo viajamos con nuestros padres misioneros en el verano, visitando familias que nos apoyaban financieramente, cuando nos deteníamos a la entrada de una casa donde potencialmente nos iban a dar de comer, nos recordaban que nunca nos debíamos quejar sin importar lo que nos daban de comer.

Mi madre repetía este pequeño poema que llegamos a aprender de memoria:

Donde Él me lleve, lo seguiré,
Lo que me alimente, lo tragaré.

Y ese era el final de la discusión. Quizás podría quejarme de las verduras en casa. Incluso podría esconder esos pequeños guisantes verdes debajo de mi plato en casa, como mi madre descubrió una vez. Hace poco estaba hablando con ella y recordando el hijo perfecto que era yo – es broma. Recordamos que no teníamos un perro debajo de la mesa para alimentar con esas cosas, así que metía esos guisantes debajo de mi plato y luego salía corriendo a jugar antes de que ella se enterara. Así que un día salió y compró platos de vidrio transparente. Qué trágico que fue ese día.

Lo que me alimente, lo tragaré… incluso verduras.

En fin, lo que vemos aquí es que Jesús básicamente está apoyando el concepto del apoyo ministerial de tiempo completo.

Más adelante, el apóstol Pablo le escribió a la iglesia romana, insinuando gentilmente lo que esperaba que sucediera:

Cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con vosotros. (Romanos 15:24).

En otras palabras, necesito que alguien compre mi boleto para mi viaje en barco a España y espero que sean ustedes quienes lo hagan – espero que me encaminen.

Él desarrolló este concepto de apoyar para el ministerio vocacional cuando les escribió sin rodeos a los creyentes corintios:

Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? (1 Corintios 9:9-11).

Y nuevamente, Pablo insinuó su dependencia de los creyentes en Corinto cuando escribe en su segunda carta:

pasaré por vosotros a Macedonia… y ser encaminado por vosotros a Judea. (2 Corintios 1:16).

En otras palabras, déjenme darles algo en qué pensar… ya saben, considérenlo en oración.

No es así con Juan… no aquí en su postal.

Un poco del apodo de Hijos del Trueno que se había ganado en sus primeros años está saliendo aquí cuando deja la diplomacia de lado y escribe dogmáticamente: ¡Debemos apoyar a tales hombres!

No dice, “aquí hay una idea para que lo piensen… fíjense si pueden encontrar algún cambio suelto en el bolsillo o debajo del cojín de su sofá”. No, “¡debemos hacer esto!

Y esto era algo nuevo… y debo decirle que, en cada siglo de la historia de la iglesia, la iglesia siempre ha sido lenta en responder a este llamado.

Cuando William Carey decidió irse de Inglaterra a la India a finales de 1700, las iglesias no tenían presupuestos para apoyar misiones en el extranjero; no había una agencia misionera que lo apoyara, no existía. ¡Tuvieron que crear una!

Y cuando cuatro hombres de negocios se comprometieron a respaldar a William Carey, los líderes de la iglesia y las congregaciones pensaron que estos hombres habían perdido la cabeza. Pensaron que estos hombres no sabían cómo huir de un mal negocio cuando veían uno: iban a tirar su dinero dándoselo a un zapatero autodidacta que nunca había estado fuera de su ciudad natal.

Un pastor popular en Inglaterra se burló de la idea y los llamó a todos un nido de zapateros consagrados.

Solo un grupo de zapateros comunes que se estaban metiendo en algo más grande de lo que podían manejar. No voy a decirle el nombre de ese pastor – de todos modos, probablemente nunca ha oído hablar de él. Yo nunca he oído hablar de él aparte de esta mención en la biografía de William Carey.

En una ocasión, William Carey se levantó para predicar y alguien había colgado un par de zapatos viejos en el púlpito como una forma de burlarse de él. Él simplemente levantó los zapatos y dijo: “Que se convierta en una demostración de que, si Dios puede usarme a mí, un simple zapatero, él puede usarlos a todos ustedes”.

Juan básicamente dice que todos podemos desempeñar un papel en la sinergia eternamente significativa de nuestra misión, pero tenemos que hacernos cargo de ella. Esta es la comisión de Dios para todos nosotros.

Debemos tener un sentido de pertenencia de esta misión. ¡hagámonos responsables!

  1. La segunda palabra que surge de la carta de Juan es la palabra oportunidad.

No es solo responsabilizarnos por obligación, es una sensación de aprovechar la oportunidad que tenemos a la mano.

Note la última parte del versículo 8: para que cooperemos con la verdad (3 Juan 8b).

El término traducido “cooperemos” proviene de la palabra griega sunergos. Y sunergos nos da nuestra palabra, sinergia.[vi]

Genial ¿no le parece? Eso es exactamente lo que sucede.

Cuando ora por ese obrero de la iglesia; cuando escribe una carta de aliento o comparte una comida o proporciona un lugar para dormir o transporte o dinero o ropa; cuando vienes a la iglesia y pone dinero en la ofrenda el domingo y todos apoyamos juntos este ministerio; cuando se compromete a poner esa ofrenda recurrente en su presupuesto mensual; cuando escribe un cheque y lo envía por correo… puede que no sea mucho dinero, pero es lo máximo que puede dar, termina participando en una sinergia eternamente significativa.

¡Qué oportunidad! No la está dando porque tiene que hacerlo, sino porque tiene la oportunidad de hacerlo.

Y a medida que comprende y acepta tanto la responsabilidad como la oportunidad, tiene este creciente sentido de gozo y este sentido de anticipación al compartir el ministerio, compartir la necesidad, compartir la carga, compartir las demandas, compartir las esperanzas y las oraciones.

Se encuentra en una relación sinérgica con la verdad – escribe Juan. La verdad entregada a través de esos ministerios, a través de esas aulas, a través de sus pastores, a través de esos trabajadores globales, a través de esos trabajadores que sirven en los distintos ministerios de la iglesia, a través de esos siervos de Cristo que trabajan detrás de escena.

Por lo tanto, no se trata solo de respaldar un presupuesto; no es solo dar; es responsabilidad… y oportunidad: es una sinergia alegre y eternamente significativa.

Quizás se sienta como esa niña sobre la que leí recientemente. Su madre le dio un dólar y 25 centavos y luego hizo algo que esperaba que estirara los músculos de la fe y la generosidad de su hija. Ella le dijo: “Ahora, cariño, puedes decidir colocar cualquiera de los dos en el plato de la ofrenda; depende totalmente de ti”. Mientras conducían a casa después de la iglesia, le preguntó a su hija qué había decidido hacer y ella dijo: “Bueno, al principio había decidido dar el dólar. Pero escuché al pastor decir que Dios ama a un dador alegre, y supe que estaría mucho más alegre dando la moneda de 25 centavos”.

La verdad es que no superamos esa tendencia automáticamente. Pero puede dejarla atrás, mientras busca cumplir este simple mandato de Juan… y lo hace con la alegría que viene al entender la responsabilidad y la oportunidad que tiene al hacerlo.

Conclusión

Entonces, este pasaje nos hace dos preguntas principales.

Primero, ¿Estamos desarrollando un sentido de sinergia? ¿Lo entendemos? ¿Comprendemos el hecho de que Dios ha elegido administrar Su plan global usándolo a usted que das y a usted que ora y a usted que envía y a usted que va? Piense en esto, ¡en realidad estamos trabajando en sinergia nada menos que con Dios!

El apóstol Pablo les escribió a los corintios esta asombrosa verdad: somos colaboradores (sunergeo) de Dios (1 Corintios 3:9a).

Él usa la misma palabra que Juan usa aquí en el versículo 8.

La primera pregunta es: ¿Estamos desarrollando un sentido de sinergia?

La segunda pregunta es; ¿Estamos desarrollando un espíritu de generosidad?

Lo estás haciendo muy bien, le escribió Juan a este hombre llamado Gayo. Sigue así, no te detengas. Estas trabajando en sinergia, y con generosidad, no solo con los siervos del Señor, sino también con el Señor mismo.

Sigan con ese hermoso trabajo… porque lo vale. Y sus siervos lo valen… y Su evangelio y Su nombre y la salvación de almas y el discipulado de creyentes y el avance de la iglesia alrededor del mundo lo vale… y lo vale absolutamente todo.

Así que, participemos todos en esta sinergia eternamente significativa.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2019

© Copyright 2019 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Bjorn Carey, Ant School: The First Formal Classroom Found in Nature, Foxnews.com (1-13-06)

[ii] Kenneth S. Wuest, Word Studies in the Greek Text (Eerdmans, 1954), p. 221

[iii] D. Edmond Hiebert, The Epistles of John (BJU Press, 1991), p. 333

[iv] Adapted from S. Pearce Carey, William Carey (The Wakeman Trust, 1923; reprint, 2008), p. 49

[v] Wuest, p. 221

[vi] Fritz Reinecker & Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek New Testament (Regency, 1976), p. 801