Lección Travesía Bíblica

Navegando por los Evangelios

Lección 381: Escogiendo Discípulos Comunes y Corrientes

Jacobo, Hijo de Alfeo

Hoy, en nuestra Travesía Bíblica, llegamos a los últimos cuatro nombres en la lista de los doce discípulos de Jesús que nos da Lucas en el capítulo 6. En el versículo 15, vemos a un discípulo llamado “Jacobo hijo de Alfeo”.

Hay otros hombres en los Evangelios que se llaman Jacobo, que pueden confundirlo. Está Jacobo, hijo de Zebedeo, hermano de Juan; y está Jacobo, el medio hermano de Jesús, que se convertirá en el pastor de la iglesia en Jerusalén, y lo encontraremos un poco después.

Pero este hombre es Jacobo, hijo de Alfeo; y, mire, todo lo que sabemos de él es que es hijo de Alfeo. Él puede ser el que se menciona en Marcos 15:40 como “Jacobo el menor”, pero no podemos estar seguros.

Pero eso es todo lo que hay. No se lo menciona en ninguna escena bíblica durante el ministerio de Jesús.

Este es un hombre escogido por Jesús, tal como Pedro y Juan y Andrés. Pero, Jacobo el hijo de Alfeo nunca fue muy conocido, nunca escribió un libro. Ninguno de sus sermones se encuentran en la Biblia; todo lo que sabemos de él es que siguió a Jesús.

Pero ¿no es eso es alentador? De hecho, esto me lleva a hacer otra observación aquí. Este es otro principio clave a considerar: Jesús no escogió a sus discípulos para tener el mismo ministerio; Los escogió para entregar el mismo mensaje.

Lo que si sabemos viene de la tradición de la iglesia que nos dice que Jacobo fue apedreado en Jerusalén después de veinte años de fiel ministerio para Cristo.[1]

Y eso es todo lo que sabremos hasta verlo un día en el cielo.

 Simón en Zelote

Ahora, El siguiente hombre en esta lista de apóstoles lleva por nombre Simón el Zelote. Este no es Simón Pedro, por cierto. Y sepa que Simón el Zelote era tan desconocido como Simón Pedro era famoso.[2]

Simón el Zelote nunca se menciona fuera de estas listas de los doce apóstoles. Pero cada vez que aparece, le incluyen este pequeño sobrenombre, Simón el “Zelote”. Y eso nos dice mucho sobre él. Y nos ayuda a entenderlo un poco mejor. Simón se había involucrado con un grupo muy violento de hombres judíos nacionalistas que tenían un deseo en la vida: que era derrocar a Roma. Y para lograr esto, estaban dispuestos a derramar sangre si era necesario.[3]

Aún podrías escribir en el margen de tu Biblia junto al nombre de Simón el Zelote: “Simón el forajido”. Él fue realmente un criminal. Él odiaba a Roma. Quién sabe lo que hizo, pero fue redimido. Por cierto, ¿cómo pones a Simón el judío zelote y a Mateo el judío traidor en el mismo grupo? ¿Cómo es posible que ellos logren llevarse bien?

Uno pensaría que, al poner a Simón y a Mateo en la misma carpa para acampar una noche, al otro día uno estaría muerto.

Bueno, un autor lo expresó de esta manera: Con estos doce hombres muy diferentes, lo que el Señor está haciendo efectivamente es pintar un cuadro de la futura iglesia.[4] Las diferencias entre los discípulos, como en la iglesia, no eran divisiones. Sus diferencias eran, de hecho, declaraciones de lo que significa ser unido en el cuerpo de Cristo.

La historia nos cuenta que este duro y apasionado apóstol, Simón el Zelote, llevó el evangelio a lo que era un duro campo misionero que hoy conocemos como Gran Bretaña. Él va a ser martirizado y fue enterrado en una tumba sin nombre en las Islas Británicas.

Judas Tadeo

Continuando, el siguiente discípulo que aparece aquí es Judas, el hijo de Jacobo, como para dejar en claro que él no era Judas Iscariote. Mire, Judas solía ser un nombre común. Así, el Nuevo Testamento expresa el nombre Judá. Y a este Judá en particular, o Judas, se lo llama Tadeo en Mateo capítulo 10 y Marcos capítulo 3. (Mateo 10:3, Marcos 3:18)

Ahora, escuchamos a Tadeo hablar solo una vez en los Evangelios. Cuando Jesús les dice a sus discípulos que va a manifestar su gloria con ellos, Judas, o Tadeo, muestra tener un corazón muy tierno; quiere saber por qué Jesús les mostrará su gloria a ellos y no a todo el mundo. Jesús le responde aquí en Juan capítulo 14, versículo 23:

El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él“.

Y con esa conversación, Judas Tadeo desaparece de las Escrituras. Todo lo que tenemos sobre él son algunas tradiciones de que él llegó a evangelizar a Armenia y fue martirizado por su fe.

Eso, nuevamente, me lleva a otro principio clave, que es este: Tu servicio a Cristo no tiene que ser reconocido en la tierra para ser recompensado en el cielo. Tu Salvador ve cada acto de servicio en Su nombre.

Judas Iscariote

Y así, llegamos al final del versículo 16 aquí, donde encontramos al último discípulo que aparece en la lista de apóstoles de Lucas. Y a él siempre, a todo esto, lo mencionan en último lugar – y con razón. Leemos que su nombre era “Judas Iscariote,” Lucas agrega: “que llegó a ser el traidor”. Ahora, quizás imagine a Judas Iscariote como este hombre sombrío, aterrador, y extraño. O como un niño solía referirse a él: “Judas Escalofriante”.

Bueno, muchos lo imaginan así ¿o no? Pero, en verdad, el registro de las Escrituras no nos muestra eso. De hecho, Judas era tan confiable entre los discípulos que lo pusieron a cargo de su cuenta bancaria, según Juan 12:6. Parecía ser un líder, perecía ser un hombre de integridad. Y no olvide que Judas no estaba sentado en un rincón oscuro en la Última Cena; él estaba sentado al lado de Jesús, estaban mojando su comida en el mismo tazón. Ese era el asiento de honor.

Permítame hacer una pausa para darle otro principio clave que encontramos en esta escena, y es este: Es posible identificarse con Jesús y no creer en Jesús.

Piense en esto: Judas escuchó al mejor predicador de todos y al maestro más grande, Jesús. Ha visto a Dios el Hijo hacer milagro tras milagro, desde caminar sobre el agua, y expulsar demonios, hasta resucitar a los muertos. ¿Cómo pudo Judas derrocharlo? ¿Por qué no creyó? Por lo que se nos dice en la Escritura, la respuesta es de hecho bastante simple: es posible estar expuesto a la luz y aun así desear la oscuridad.

Judas traicionará a Jesús por treinta piezas de plata, que, a todo esto, era el precio de un esclavo discapacitado en Roma. Eso es lo que Jesús valió para Judas.

Y con Judas, la lista de Lucas de los apóstoles de Jesús llega a su término.

Matías

El discípulo Matías será añadido después en el libro de Hechos para reemplazar a Judas, y fue la iglesia que escogió al sustituto. Los dos requisitos de Hechos capítulo 1 eran que el apóstol debía haber físicamente seguido a Jesús y, en segundo lugar, debía haber visto en persona a Jesús resucitado (Hechos 1:21-22).

Por cierto, por eso sabemos que no hay apóstoles hoy en día. Todo el que hoy se llama a sí mismo un apóstol, en verdad, se lo está inventando para tener algún tipo de autoridad especial sobre otras personas.

Pero, ¿qué sabemos de Matías? Una vez más, él era tan normal y poco conocido que la Biblia no nos dice absolutamente nada de su ministerio. No era famoso, pero él fue fiel a Cristo.

Me recuerda de un evento del que leí hace muchos años en el que un famoso violinista decidió experimentar con su audiencia. Se había anunciado que él iba a tocar un raro violín Stradivarius valorado en unos millones de dólares.

No cabía un solo alfiler en ese concierto. El violinista tocó espléndido. Pero a la mitad de su concierto, se detuvo de pronto y, para sorpresa de la audiencia, tiró el violín al suelo como si nada, y salió del escenario.

Un momento después, el director explicó lo que había pasado: “El Maestro no tocaba un costoso violín. De hecho, lo compró en una casa de empeño más temprano hoy por 20 dólares. Pero ahora va a volver para terminar su concierto con en ese raro y caro Stradivarius”. Y cuando regresó y tocó, muy pocos en la audiencia pudieron notar la diferencia.

Esa historia me hizo pensar que tú y yo somos violines de $20 que nuestro Maestro ha comprado en – la casa de empeño de un mundo en pecado. Pero, al entregar nuestras vidas en Sus manos, la belleza de Su mensaje, y su magnífica destreza será escuchada, y entonces, solo a Él pertenecerán todas las ovaciones, toda la gloria y alabanza.

Comprometámonos a entregar nuestras vidas en las manos de nuestro maestro y Señor.

 

[1] Las tradiciones concernientes a los discípulos en los años que siguieron al ministerio terrenal de Jesús se resumen en William Steuart McBirnie, The search for the Twelve Apostles (Living Books, 1973) y John MacArthur, Twelve Ordinary Men (W Publishing Group, 2002).

[2] A. B. Bruce, The Training of the Twelve (reimpresión, Zondervan, 1963), pág. 34.

[3] MacArthur, 176.

[4] Bruce, 35-36.

Pasajes Bíblicos Estudiados: Marcos 3:13-19; Lucas 6:12-16.

En esta lección conoceremos a los apóstoles menos conocidos de los doce: Jacobo, hijo de Alfeo; Simón el Zelote; Judas Tadeo; Judas Iscariote y Matías. Estos discípulos ilustran varios principios eternos que estudiaremos juntos.