Lección Travesía Bíblica

Navegando por los Evangelios

Lección 370: Los Primeros Discípulos y el Primer Milagro

Pasaje Bíblico: Juan 1:19-2:11.

El ministerio del cristiano es dirigido por Dios y Su Palabra e involucra a colaboradores que comunican el mensaje del evangelio. Este fue el modelo del ministerio terrenal de Jesús desde el principio.

El Testimonio de Juan el Bautista

En nuestra Travesía Bíblica, ahora encontramos a Jesús a punto de comenzar su ministerio público. Hay una serie de eventos destacados en el Evangelio de Juan que son increíblemente significativos. Uno de ellos es una conversación entre Juan el Bautista y los líderes religiosos de Israel. Juan capítulo 1 registra lo que pasó.

Juan no ha visto a Jesús desde que el Espíritu Santo lo llevó al desierto después de bautizarse. Pero Juan fielmente continúa llamando a Israel a prepararse para su Mesías. Y su predicación les está dando a los líderes judíos francamente un serio dolor de cabeza todos los días.

Claramente no aprecian su ministerio. Así que, los líderes judíos mandan una delegación de sacerdotes y levitas para hacerle esta pregunta: “¿Tú quién eres?” (Juan 1:19). Muy simple “¿Quién se supone que eres, Juan?”

Juan es pronto para decir en el versículo 20 que no es el Mesías. Así que preguntan: “¿Eres tú Elías?” y él responde: “No lo soy”.

Bueno, “¿Eres tú el profeta?” Esto hace referencia a la promesa de Moisés: “Profeta… como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis” (Deuteronomio 18:15). Así que, Juan, ¿eres ese profeta? Juan solo dice: “No”.

Ahora, los líderes judíos se están frustrando. Así que preguntan: “¿Qué dices de ti mismo?” (Juan 1:22). O sea, “Entonces, explícanos quién eres”.

Juan responde en el versículo 23: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías” (véase Isaías 40:3). Estos líderes saben de inmediato que Juan está declarando ser el precursor del Señor; y si Juan es el precursor del Mesías, Jesús, a quien él presenta, debe ser el Mesías.

Puedo imaginar a estos hombres corriendo de vuelta a Jerusalén para pensar en las implicaciones de este anuncio: según Juan el Bautista, ¡el Mesías ya está aquí!

Luego, leemos este maravilloso e increíble momento en el versículo 29:

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua“. (Juan 1:29-31)

Luego añade en el versículo 34: “Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.

Por cierto, me llama la atención que ese es el mismo objetivo de su testimonio y el mío. Quizás no seamos elocuentes ni tengamos tanto conocimiento de la Palabra de Dios; pero podemos presentar a nuestro mundo necesitado al Cordero de Dios que vino a morir por nosotros.

Los Primeros Discípulos

El día después de que Juan presenta a Jesús, dos de los discípulos de Juan están con él cuando Jesús pasa por ahí. Juan repite su mensaje: “¡He aquí el Cordero de Dios!” (Juan 1:36), y esos dos discípulos inmediatamente dejan a Juan y empiezan a seguir a Jesús. Yo no creo que eso molestó a Juan ni un poco.

Uno de esos discípulos es Andrés. El otro es probablemente Juan, el autor de este Evangelio, el apóstol Juan. Eventualmente, Andrés corre a casa para decirle a su hermano que ha “hallado” al Mesías. El nombre de su hermano es Simón. Jesús, más adelante, cambiará su nombre a Pedro, o Cefas como se dice en arameo.

La palabra traducida “hallado” (“hallamos al Mesías”) es euriskō. De ahí sale la palabra ¡eureka! Es como si hubiera encontrado un tesoro escondido y le gritara a Pedro, su hermano: “¡Eureka! ¡He hallado al Mesías! ¡Descubrí el tesoro más grande de todos!”

Al día siguiente, Jesús camina hacia Galilea. Allí encuentra a Felipe y llama a este hombre para que lo siga. Luego, el versículo 45 nos dice que Felipe busca a su amigo Natanael y lo trae a Jesús. Así que, en un par de días, Jesús tiene cinco nuevos discípulos. Y verá que este nuevo grupo de seguidores seguirá creciendo porque le están contando a todos sobre el tesoro que hallaron en Jesús.

Necesitamos más gente así, que no pueden sino compartir al Salvador.

El Primer Milagro

Hasta ahora, vimos el primer testimonio de Juan el Bautista, así como el primer grupo de discípulos. Y ahora vamos a ver el primer milagro

En los primeros versículos de Juan 2, Jesús y sus discípulos llegan a una boda, Leemos que era en “Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús“. Probablemente los novios eran amigos de Jesús y María.

Para vergüenza de la familia anfitriona, sucede lo impensable: se acaba el vino. María informa a Jesús en el versículo 3, diciendo: “No tienen vino”. Entienda que, en esta cultura, la hospitalidad era un deber sagrado. Sería muy humillante para los novios quedarse sin comida o bebida para los invitados.

La respuesta de Jesús a su madre, a primera vista, parece indiferente. Él le dice en el versículo 4: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.

Primero debemos entender que, al dirigirse a su madre como “Mujer”, Jesús usa un término que se puede traducir como “Querida Mujer”. Pero un hijo, nunca – usaría esta palabra – al hablar con su madre. Cuando Jesús llama a María “Querida Mujer” en lugar de “Madre”, Él está indicando que existe una relación diferente entre ellos ahora que está comenzando Su ministerio mesiánico.

Su respuesta a María: “¿Qué tienes conmigo?” (Juan 2:4) es otra forma de decir: “Si es que voy a encargarme de esta situación, voy a tener que hacerlo a mi manera”.

Y una cosa más: cuando Jesús añade: “Aún no ha venido mi hora“, está corrigiendo a María. Jesús no está interesado en hacer milagros para resolver problemas embarazosos. Y Él ciertamente no está obligado a hacer esto que María le pide. Él depende de la guía del Espíritu Santo en cuanto a si debe demostrar su divino poder.

Bueno, María en humildad procede a decirle a los sirvientes que hagan lo que les diga Jesús. Esta es la acción correcta. O sea, ella dice: “Si Jesús quiere hacer algo, escúchenlo. Él está ahora a cargo; así que, si les pide algo, lo obedecen”.

Por cierto, hay millones de personas hoy que les han enseñado que María está en el cielo recibiendo oraciones, influenciando a Jesús para hacer lo que ella le pide que haga. Bueno, este milagro contradice esa falsa enseñanza. María no está a cargo aquí, y ciertamente no está a cargo de Jesús en el cielo, Jesús es el único al mando.

Mas adelante, el Espíritu de Dios guía a Jesús a hacer este milagro – su primer milagro:

Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros (unos 100 litros). Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. (Juan 2:6-7)

Luego, Jesús les dice a los sirvientes que saquen un poco de las tinajas y le den al encargado de la fiesta. Y ¿Se imagina la expresión en sus rostros cuando se dan cuenta de que lo que están vertiendo es vino? De hecho, el encargado de la fiesta le dice al novio: tú has reservado el buen vino hasta ahora (Juan 2:10).

Entonces, Este primer milagro envía varias señales. Primero, es una señal para María de que Jesús no es su hijito ya más y no va a ser influenciado por lazos maternos. Él está siguiendo el designio de su Padre. Es una señal para sus discípulos de que Jesús tiene poder divino sobre la naturaleza. Es una señal para los invitados. Es una señal de que Jesús vino a traer gozo a aquellos que Él toca.

Finalmente, es una señal para los sirvientes que están obedeciendo a Jesús… de que Jesús a menudo hace su voluntad con simples personas, comunes, pero dispuestas y obedientes a Él

Seamos como esos sirvientes hoy.