Lección Travesía Bíblica

Lección 357: Los Años de Silencio: De Malaquías a Mateo

Introducción al Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento comienza cuatrocientos años después de que el Antiguo Testamento concluye. En los cuatro siglos que subsiguientes al libro de Malaquías, no hubo ninguna palabra de Dios. Pero Dios estaba presente y obró a través de la historia para preparar al mundo para la llegada del Mesías prometido.

Introducción

Nuestra Travesía Bíblica nos lleva ahora al Nuevo Testamento. Desde el final del Antiguo Testamento con el libro de Malaquías, han transcurrido 400 años. A menudo se hace referencia a estos cuatrocientos años como los años de silencio. Esto significa que no hubo palabra de Dios, o nueva revelación o profeta entró en escena para declarar: “Así dice el Señor”.

Los Años de Silencio

Así que, cuando abre el Nuevo Testamento, ha viajado unos 400 años desde el tiempo de Malaquías hasta los días de Mateo. Y déjeme decirle que esta página en blanco entre Malaquías y Mateo representa muchos cambios transcurridos en el mundo durante estos años.

Por ejemplo, los persas ya no son el imperio dominante que controla Israel; el Imperio Romano tiene ahora el control. Por primera vez nos encontramos con los líderes religiosos conocidos como los fariseos y los saduceos. Encontramos que la vida judía se centra en las sinagogas – y la sinagoga no se encuentra en ninguna parte del Antiguo Testamento.

¿Qué fue lo que pasó durante estos 400 años? Quiero hablar de esta página en blanco entre el final de Malaquías y el comienzo de Mateo. Bueno, para empezar, tal como Daniel había profetizado cuando el reino de Persia estaba en el poder, un gran conquistador se levantó.[1] La historia nos dice que su nombre fue Alejandro Magno, derrotó a los persas y estableció un imperio griego.

Alejandro practicó lo que se llama helenización. Esto es el establecimiento sistemático de la cultura griega en las naciones que conquistó. Así, el griego se convirtió en el idioma de todo el imperio, y esto explica por qué el Nuevo Testamento se escribió en griego corriente, o koiné.

Tal como Daniel profetizó, después de la muerte de Alejandro, su imperio se dividió entre cuatro de sus generales. E Israel llegó a ser gobernado por uno de esos generales, y uno de sus notorios sucesores trató de imponer la religión griega, con todos sus dioses y diosas, forzándolo en el pueblo judío. El pueblo judío, obvio, no lo quería. Se rebelaron y lograron obtener su independencia, pero solo por un breve período. Finalmente, en el año 63 a.C., los romanos conquistaron Jerusalén.

Cuando conquistaron Jerusalén, los romanos dividieron la tierra de Israel en varias provincias: Judea en el sur, Galilea en el norte, Samaria en el centro y la provincia de Perea al este del río Jordán. En el momento del nacimiento de Jesús, todas estas provincias judías eran gobernadas por un hombre conocido como Herodes el Grande. No era judío en absoluto; de hecho, era edomita, descendiente de Esaú, hermano de Jacob. Pero se había ganado el favor de los romanos, y lo nombraron con el título que amaba más que todos: “Rey de los judíos”.

Herodes hizo todo lo posible para mantener el título al ganarse el favor de los judíos. Incluso amplió y embelleció el templo de Jerusalén. Pero Herodes era un hombre extremadamente malvado. De hecho, estaba paranoico. Él asesinó a algunos de sus propios hijos porque los consideraba una amenaza para su gobierno. Por supuesto, él se enfureció asesinamente en Mateo 2 después de que unos sabios llegaron de la antigua Persia. Se acordará que le preguntaron dónde había nacido el Niño que era el Rey de los judíos. Bueno, ese era su título. Poco después del nacimiento de Jesús, Herodes el Grande murió.

Uno de los hijos sobrevivientes de Herodes siguió a su padre y gobernó sobre Judea y Samaria hasta que los romanos lo reemplazaron con un procurador, es decir, un gobernador. Unos treinta años más tarde, el gobernador nombrado sobre este territorio fue un hombre llamado Poncio Pilato. Nos encontraremos con estos hombres más adelante en los Evangelios.

Otro hijo de Herodes el Grande se llama “Herodes… tetrarca de Galilea”. Lucas capítulo 3 versículo 1 dice que gobernaba sobre esa región norte de Galilea. Esa será el área principal del ministerio de Jesús. Este fue el Herodes responsable de decapitar a Juan el Bautista y más tarde interrogó a Jesús justo antes de la crucifixión (Lucas 23:7-12).[2]

Pero esto es lo que quiero que entienda en este punto: en el tiempo de Jesús, Israel estaba bajo el control romano y gobernado por gobernantes designados. Tropas del ejército romano estaban estacionadas por todo el país para mantener el orden. Pero los romanos también fueron helenizados. Es decir, conocían el idioma griego y estaban muy influenciados por su cultura, la arquitectura y religión.

La Aparición de los Fariseos y Saduceos

Quiero agregar que no se podía contar todos los dioses y diosas de los griegos y los romanos. Habían tantos. Pero, el pueblo judío siguió estrictamente a Jehová, el único Dios verdadero. Y es que el cautiverio babilónico los había curado de la idolatría. Durante su cautiverio, sin un templo disponible para ellos, la sinagoga surgió como un lugar de instrucción y oración. Durante estos 400 años de silencio, esta página en blanco – durante este tiempo, líderes religiosos llamados fariseos y saduceos surgieron. Comenzaron a explicar y enseñar la ley y guiar a la gente a todo tipo de aplicaciones de la ley en su vida diaria.

El Rol de los Escribas y Rabinos

Los fariseos, cuando llegamos a Mateo capítulo 1, eran el partido religioso más grande. Impusieron pesadas cargas sobre la gente mientras trataban de aplicar la ley del Antiguo Testamento a la vida cotidiana. Por ejemplo, la ley prohibía trabajar en sábado, y definieron el trabajo como llevar cualquier tipo de carga. Pero la pregunta fue, ¿qué es una carga? Así que debatían vigorosamente sobre si se podía o no mover una silla el sábado, o incluso levantar a un bebé. Para el tiempo de Cristo, habían acumulado miles de tradiciones y reglas e interpretaciones que habían llegado a ser más importantes para ellos que la Palabra de Dios.

Hay otro grupo que se llamaban “saduceos”. Eran menos numerosos, pero tenían mayor poder político. Dominaban la corte suprema judía conocida como el Sanedrín; eran los saduceos quienes servían como sumos sacerdotes, a gusto de los romanos. Los saduceos negaban lo sobrenatural. Rechazaban la resurrección de los muertos.[3] Básicamente, estaban más interesados en la política que en la Palabra de Dios, e hicieron todo lo posible para mantenerse a favor de los romanos.

Ahora bien, los fariseos y los saduceos se odiaban entre ellos, pero se van a unir en su odio por Jesucristo.

Otro grupo de hombres que surgieron durante estos años de silencio se llamaban escribas. Eran eruditos, grandes estudiosos de la ley del Antiguo Testamento. Defendían la ley y todas estas tradiciones que crecieron en estos 400 años. Otro grupo de hombres que aparecieron en este período de tiempo se llamaban rabinos. Eran maestros judíos. Solían reunir a sus estudiantes, o discípulos, a su alrededor. A Jesús lo llamarán por este título. Predicaban y enseñaban en la sinagoga.[4]

Estos gobernantes e instituciones que surgieron entre Malaquías y Mateo – esta página en blanco – eran parte del plan providencial de Dios. Dios no estaba preocupado en el cielo porque los fariseos inventaban más normas y reglamentos y Herodes estaba en el trono y los saduceos no creen en la resurrección. De hecho, el apóstol Pablo escribió en Gálatas 4:4: ” Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”. Lo que eso nos enseña es que era el tiempo perfecto – la plenitud del tiempo. Dios estuvo obrando a través de estos siglos, preparando a Su pueblo y al mundo para la llegada del Mesías Jesús, el Hijo de Dios. 

La Función de los Cuatro Evangelios

Tal vez sepa que el Nuevo Testamento comienza con la biografía del Hijo de Dios. Tenemos cuatro biografías, de hecho: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estos cuatro Evangelios, como se les llama, enfatizan diferentes aspectos de la vida del Señor.

Mateo fue uno de los doce discípulos de Jesús, y escribe particularmente al pueblo judío. Presenta a Jesús como el Rey prometido. Marcos presenta a Jesús como el Siervo y parece estar escribiendo a una audiencia romana. Lucas escribe a una amplia audiencia gentil, y enfatiza la genuina humanidad de Jesús. Y Juan, otro de los discípulos originales de Jesús, está escribiendo a los incrédulos: su propósito es claramente evangelístico. El presenta a Jesús como Dios encarnado.

Los cuatro escritores de los Evangelios a menudo miran el mismo evento, pero enfatizan diferentes aspectos que se adaptan a su propósito general al escribir. Así que cuando se juntan los Evangelios, lo que se tiene es una maravillosa vista panorámica de Jesús, el Siervo Sufriente, el Rey prometido, el Mesías de Israel, el Hijo de Dios. 

Conclusión

Qué bendición que los años de silencio llegaron a su fin. Cuando abre su Biblia en la primera página del Nuevo Testamento, lo que eso dice es que, después de 400 años Dios ha vuelto a hablar. Y tenga en cuenta que, si bien estos relatos biográficos divinamente inspirados del Hijo de Dios nos enseñan acerca de Su cultura, ministerio y enseñanza, en última instancia, se nos da la Palabra de Dios para que podamos llegar a conocer a Jesucristo personalmente – para que podamos recibirlo como nuestro Salvador y llamarlo nuestro Rey. Él es nuestro Mesías y nuestro Redentor.

[1] Daniel 8:1-8, 18-21; 11:2-3.

[2] Herodes Agripa I en Hechos capítulo 12 y Herodes Agripa II en Hechos 25 y 26 eran nieto y bisnieto, respectivamente, de Herodes el Grande y tenían autoridad en varias áreas.

[3] Véase Hechos 23:8.

[4] Véase Mateo 26:25.