Lección Travesía Bíblica

Navegando por los Evangelios

Lección 372: El Regalo Más Grande

Pasaje Bíblico: Juan 3:16-19

El gran impulso detrás de la venida de Jesús a la tierra fue el amor de Dios por el mundo. En última instancia, Jesús demostró ese amor al morir como el Sustituto de los pecadores, pero también lo demostró al tomarse el tiempo para explicar con precisión el camino de la salvación a personas como Nicodemo.

Transcripción

En 1867, D. L. Moody, el famoso evangelista pastoreaba una gran iglesia en el centro de Chicago. Invitó a un hombre llamado Henry Moorhouse a predicar cada noche por una semana de conferencia.

Para sorpresa de todos, Moorhouse predicó cada noche en el mismo versículo de la Biblia. Para el séptimo y último sermón el auditorio estaba completamente lleno. Todos se preguntaban si es que repetiría también el texto esa noche.

El suspenso terminó, cuando Henry Moorhouse subió a ese púlpito, pronunció estas palabras:

“Durante una semana entera he estado tratando de decirles cuánto Dios los ama, pero no puedo hacerlo con esta pobre lengua tartamuda.

Si pudiera tomar prestada la escalera de Jacob y subir al cielo y pedirle a Gabriel, que está en la presencia del Todopoderoso, que me diga cuánto amor tiene el Padre por el mundo, todo lo que podría hacer [es repetir este versículo que he estado predicando]”.[1] 

Moody confesó más adelante que en esa semana su corazón comenzó a descongelarse, como escribió, mientras pensó en la verdad de este bello texto. Moody luego diría que esos sermones cambiaron su perspectiva de Dios y de su propio corazón por los perdidos.[2]

Hoy llegamos en nuestra Travesía Bíblica a este gran texto. Sin duda, es el versículo más conocido de toda la Biblia. Lo que quiero hacer es ir más lento por hoy y mirar de cerca a este texto: Juan 3:16.

Jesús le enseña a Nicodemo el camino de la salvación. No es una simple lista de reglas o religión; Es una relación de amor entre Dios y Sus hijos a través de Jesucristo. El apóstol Juan escribe las palabras de Jesús en este famoso versículo:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Analicemos el versículo con detenimiento.

El Mayor Dador 

Comencemos con la palabra “Dios“. Podríamos decir que Él es el mayor dador. En verdad, todo comienza con Él.

Esta frase me hace pensar en el primer versículo de la Biblia: “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”. Todo comenzó con Dios. Dios es la fuente, el creador de la vida física, y es la fuente y creador de la vida espiritual.

La Mayor Medida 

Sigamos leyendo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo“; este es el grado mayor de amor. Usted puede decirle a alguien que lo ama, o puede decir: “Te amo tanto”. Esa es la idea. Es la mayor medida de amor que existe.

La palabra para amor que Jesús usa aquí es agapē. Esta palabra no describe tanto un sentimiento como describe un hecho. Esta era la palabra griega para “decidirse a amar”. Es un compromiso.

Cuando caminó por el pasillo para casarse con su novia, no lo hizo porque solo estaba enamorado de ella, sino porque estaba escogiendo amarla. Y esa es una gran diferencia. Este amor es una decisión, un compromiso y conduce a acciones de amor. Bueno, solo mire la acción que Dios tomó aquí.

El Mayor Regalo

El texto continúa: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito“. Dios es el mayor dador, y Su amor es en el mayor grado. Ahora podemos ver que Su Hijo es el mayor regalo jamás dado.

Su único hijo: La palabra griega para “único” (su traducción quizás dice “unigénito”) es monogenēs y significa: Jesús es especial, él es único en su especie o clase. No significa que Dios el Padre tuvo una amante celestial y tuvieron un hijo; significa que Jesús es únicamente el Hijo de Dios.

La Mayor Invitación 

Dios el Padre amó al mundo de tal manera que dio a Su Hijo. Este gran texto continúa diciendo que Dios dio a Su Hijo, “para que todo aquel que en él cree“. Deténgase allí. Esa es la mayor invitación jamás dada: “Y todo aquel que coloca su fe y confianza en Cristo.” Esa invitación lo incluye a usted y a mí.

D.L. Moody, el evangelista que mencioné antes, solía decir que el mundo se divide en dos grupos: Todos los que creen y todos los que no. Y le pregunto, ¿en cuál grupo está usted hoy?

Note que Jesús dice: “Todo aquel que en él cree”. Él no dice “el que cree en la iglesia, o el que cree en alguna religión, o todo el que cree en algún dios o diosa. No, Todo aquel que cree en él.

Ahora vemos la urgencia de esta invitación. Jesús dice que Dios dio a su Hijo para que “todo aquel que en él cree, no se pierda“. A menos que crea en el Hijo de Dios, vas a perderse. Esta palabra no se refiere a la muerte, sino al juicio.

El Mayor Escape 

El mayor Dador, que ama al mundo en el mayor grado y ha dado el mayor Regalo, ahora le ofrece el mayor escape. Puede escapar del juicio de Dios. Puede escapar del tormento del infierno cuando usted recibe este regalo de salvación. Sin embargo, los que permanecen en incredulidad sufrirán el juicio eterno. Es decir, ellos se perderán enfrentando el juicio de Dios.

Casi todas las semanas conozco personas y, muchas veces, los escucho mientras oran para recibir a Cristo y el regalo de la salvación. Cuando mis hijos eran pequeños, solía compartirles seguido de estas personas que querían salvación y ponían su fe Cristo. Quería que mis hijos comprendieran la urgencia de la decisión más importante de su vida.

Aún me acuerdo de que, cuando aún estaba en la escuela primaria, uno de mis hijos escribió un ensayo para una tarea en la clase de lenguaje; Decidió explicar el Evangelio en cien palabras. Luego concluyó su composición diciendo: “Si quieres ser salvo, llama a mi papá”. Imagínese a esa maestra leyendo la tarea de un niño que dice: “Necesita ser salvo”.

Eso es exactamente lo que Jesús le dice a Nicodemo, este importante líder religioso en Israel. ¡Necesitas ser salvo! ¡O te perderás!

  • Porque Dios – Jesús dice – es el mayor dador
  • Amó tanto al mundo: eso es amor en el grado mayor
  • Que dio a Su único Hijo, ese es el regalo mayor
  • Para que todo el que cree en Él: la mayor invitación
  • No se pierda: Ese es el mayor escape

La Mayor Promesa

Pero, el versículo no ha terminado. El final del versículo dice: “pero tenga vida eterna“. ¿Sabe qué? esa es la mayor promesa. Es aún la mayor promesa del mejor futuro.

¿Puede estar seguro de su futuro? ¿Qué tiene vida eterna en el cielo? Juan va a escribir más adelante en el capítulo 20, versículos 30 y 31:

Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

¿Tiene esa certeza hoy?

Recuerdo haber visitado cuando era niño a una pareja de ancianos. El hombre estaba en silla de ruedas y estaba muy débil. Su muerte se avecinaba. Estábamos en Wisconsin, si mal no recuerdo, viajando de camino a Minnesota, donde vivían mis abuelos, allá en Minneapolis. Los hijos de este anciano ya casados apoyaban a mis padres misioneros, pero él mismo no era cristiano.

Nos sentamos en la sala de estar y escuchamos mientras mi padre compartía con este hombre el plan de salvación. Luego recuerdo que mi padre preguntó: “¿Le gustaría recibir a Cristo como su Salvador?”

El hombre pensó por un momento y luego dijo: “No creo que lo haré”. Yo sostuve mi respiración. También me acuerdo de que mi padre solo se levantó para mover su silla acercándose aún más este hombre y, con un sentido de urgencia, mi padre le predicó otra vez.

Y mientras ese anciano sentado allí, envuelto en una manta, lo escuchaba – un hombre que vivió una buena vida: él había criado unos buenos hijos ahora adultos, y había asistido a la iglesia con regularidad – mi padre le estaba diciendo, como Jesús le dijo a Nicodemo aquí: No estas a cuentas con Dios.

Finalmente, mi padre terminó de presentarle el evangelio y le preguntó otra vez: “¿Pondría ahora usted su fe en Cristo y le pediría que perdone sus pecados? ¿Le pediría que sea su Salvador? ¿Lo haría ahora?” El hombre pausó, y todos contuvimos la respiración. Luego él dijo: “Seguro que lo haré”.

Recuerdo las lágrimas cayendo por mis mejillas

 ¿Qué tal usted?

¿Ha respondido a esta invitación? ¿ha recibido a Cristo como su Salvador? La salvación es gratuita. Él la pagó. Pero todavía debe pedirla. Es un regalo, pero debe abrirlo. Pídale que sea su Salvador hoy.

 

[1] William R. Moody, La vida de Dwight L. Moody (Fleming Revell Company, 1900), pág. 139.

[2] Ibídem.