Lección Travesía Bíblica

Navegando por los Evangelios

Lección 374: La Mujer Samaritana

Pasaje Bíblico: Juan 4:1-42; Mateo 4:12; Marcos 1:14; Lucas 3:19-20.

La conmovedora historia de Jesús y la mujer samaritana nos recuerda que no importa quiénes somos ni de dónde venimos, todos somos amados y buscados por Dios. Prepárate para ser inspirado y desafiado mientras exploramos juntos la gracia, el amor y la redención que Jesús ofrece.

Un Encuentro Divinamente Orquestado

Al comenzar nuestra Travesía en Juan 4, ahora Jesús está saliendo de Judea y va al norte, hacia Galilea. En el versículo 4, leemos que: “[A Jesús] le era necesario pasar por Samaria” (Juan 4:4). El verbo indica que era indispensable que pasara por Samaria. Él “debía ir” Él tenía que ir allá. Y es que, Jesús tenía un encuentro divino en mente, que el Espíritu Santo va a orquestar.

Mientras Jesús viaja por Samaria, Él llega a este antiguo lugar con un viejo pozo que Jacob cavó siglos antes. Es el mediodía, y leemos que los discípulos se han ido a la aldea de  Sicar a comprar comida, y dejan a Jesús allí para que se siente y descanse junto a este pozo. Juan escribe en el versículo 7: ” Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.” (Juan 4:7)

La Relación entre Judíos y Samaritanos

Este es un encuentro impresionante. Como verá Los judíos no hablaban con los samaritanos. De hecho, según la Mishná, un comentario sobre la vida judía, creían que los samaritanos eran impuros desde la cuna hasta la tumba.

Esta amarga disputa se remontaba a unos 700 años atrás. Comenzó cuando los asirios atacaron a las tribus del norte de Israel y llevaron cautiva a la mayoría de la gente.

Los judíos que se pudieron quedar se casaron con cautivos de otras naciones que los asirios trajeron a la tierra para cultivarla y administrarla. Así que tenemos un creciente grupo de judíos mestizos, por así decirlo. Ellos desarrollaron su propia religión, que era una especie de judaísmo diluido. Incluso construyeron su propio templo en el monte Gerizim, no muy lejos de donde Jesús está ahora hablando con esta mujer samaritana así no debían ir a Jerusalén para adorar.

Normas Judías que Jesús Ignoró

Por cierto, la interacción de Jesús aquí esta en violación de tres tradiciones judías diferentes, unas tres normas culturales. Primero, Él está hablando con un samaritano. Y uno no hacía eso si era un buen judío.

Segundo, está hablando con una mujer. Es necesario entender que en la generación de Jesús un rabino debía ser tan cuidadoso que él nunca debía saludar a una mujer en público, y mucho menos hablar con ella. Y esta no es una mujer cualquiera, a todo esto. Ella tenía una mala reputación.

Sin duda, esto explica por qué está sacando agua a esta hora, cuando hacía tanto calor. Nadie más vendría a sacar agua al mediodía. Nadie se va a quedar mirando o se va a reír o burlarse de ella o insultarla. Mire, esta es una pobre mujer necesitada, pecadora, y sola. Y Está sedienta por algo por algo real, ¡por algo duradero!

La tercera regla que Jesús rompe, es que le pide que le dé un poco de agua. Según la opinión popular, recibir comida o bebida de un samaritano sería participar de la impureza ceremonial de esa persona. 

Y ¿sabe qué?, nada de esto escapa a la atención de esta mujer. Ella le pregunta a Jesús en el versículo 9: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” Jesús responde en el versículo 10: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Juan 4:10).

La Revelación del Agua Viva

Ahora, esta mujer está confundida, por supuesto; ella le dice a Jesús en el versículo 11: “Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” Ella luego le pregunta con franqueza en el versículo 12: ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob?

En otras palabras, ella dice: “Jacob, nuestro gran antepasado cavó este pozo; así  – que, si crees que conseguirás mejor agua que Jacob, ¿quién te creerás que eres?” Bueno, Él va a responder a esa pregunta en un momento, pero primero le va a describir el agua viva que le está ofreciendo y le dice:

“Cualquiera que bebiere de esta agua [del pozo de Jacob], volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13-14)

Ella inmediatamente dice en el versículo 15: “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla”. Ella sigue confundida y está pensando en algo físico; Jesús le está diciendo que su verdadera sed es espiritual.

Ahora, Jesús quizás alude al cumplimiento de la profecía de Isaías, cuando se le dice al pueblo de Dios que saque agua con gozo del pozo de la salvación (Isaías 12:3). El profeta Jeremías dijo que el Señor es la “fuente de agua viva” (Jeremías 17:13).

Ella no entiende la conexión. Así que, ¿Cómo responde Jesús? Casi inesperadamente, Él dice en el versículo 16: “Ve, llama a tu marido y ven acá” (Juan 4:16). Ella le responde: “No tengo marido”. Jesús lo sabe, y ahora la sorprende diciendo: “Bien has dicho… porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido” (Juan 4:17-18).

Déjame decirle que, de repente, se da cuenta de que Jesús debe ser algún tipo de líder espiritual. Ella incluso intenta ignorar el comentario y trata de usar un poco de vocabulario espiritual aquí en el versículo 19, diciendo: ” Señor, me parece que tú eres profeta”. ¡No me digas!

Luego intenta distraer a Jesús planteando este antiguo debate que había entre los judíos y samaritanos sobre dónde deberían adorar: en Jerusalén o allá en el monte Gerizim.

Pero Jesús  no se va a distraerse aquí. Él tiene algo en mente, así que dice en el versículo 23:

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4:23-24)

Ahora ella sí que está atenta a lo que dice. Tal vez, está haciendo la conexión con esas profecías sobre – el agua viva. Así que le dice a Jesús en el versículo 25: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas”. Y Jesús le responde: “Yo soy, el que habla contigo.” (versículo 26).

Que contundencia

El Impacto de Jesús en Samaria

En el versículo 27, el ritmo como que se acelera. Los discípulos regresan con comida y se sorprenden al ver a Jesús hablando con una mujer con esta mujer.

El versículo 29 nos dice que la mujer sale corriendo de regreso a la ciudad gritando: ” Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” es decir, el Mesías ungido (Juan 4:29). Entonces, la ciudad se vacía, y sigue a esta mujer hasta Jesús.

Mientras suben por esa pendiente hacia el pozo de Jacob que aún está ahí, Jesús les dice a sus discípulos en el versículo 35: “He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.” (Juan 4:35).

Yo creo que estos samaritanos, con turbantes – blancos en sus cabezas, representaran el dicho de Jesús de que los campos están “blancos para la siega”. el trigo y los cereales son marrones, no blancos. No tengo ninguna duda de que Jesús hablaba sobre estos samaritanos que venían caminando desde la ciudad subiendo hacia el pozo de agua de Jacob. 

El versículo 39 nos cuenta de la cosecha: Leemos que “muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer”.

Conclusión

Permítame hacerle una pregunta: ¿De qué pozo está bebiendo hoy? ¿Está buscando usted agua refrescante y vivificante de pozos que – solo lo dejan sediento? Jesús sabe quién es usted. Él sabe cada cosa que usted haya hecho; tal como con la mujer. Todo lo que haya hecho bien o mal. Él conoce bien su sed – de significado – de una vida que valga – la pena vivir.

Yo realmente no puedo obligarlo a beber, pero puedo decirte dónde está el agua viva; se encuentra solo en Jesús, el Mesías ungido.

Sabe, cuando escribo una carta o un correo electrónico, lo firmo: “Satisfecho en Cristo”. Y lo hago porque es lo que Él ha hecho por mí, y eso hará por ti, si le pides su perdón, que te salve, que te dé del agua de la vida eterna por fe en Él.