Lección Travesía Bíblica

Navegando por los Evangelios

Lección 375: No Te Desanimes... Ni Pierdas el Rumbo

Pasaje Bíblico: Juan 4:43-54; Lucas 4:14-30; Mateo 4:17; Marcos 1:15; 6:1-5.

Descubre la impactante historia de Jesús en Galilea y Nazaret. Desde sanaciones milagrosas hasta el rechazo en su propia tierra. Jesús nos proporciona un modelo a seguir cuando nos enfrentamos al rechazo de las personas que amamos por la causa de Cristo.

El Ministerio de Jesús en Galilea

Al comenzar nuestra Travesía Bíblica hoy, Jesús esta dirigiéndose a Galilea, donde creció cuando él era pequeño. Y El apóstol Juan nos da un anticipo de este próximo ciclo en el ministerio de Jesús, al escribir en el capítulo 4, versículo 44:

Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no tiene honra en su propia tierra. Cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta (Juan 4:44-45)

Mire, a Jesús lo habrán bienvenido en Galilea, pero esa recepción eventualmente va a convertirse en una demanda de salir del pueblo.

El evangelio de Mateo nos dice que Jesús vino a Galilea predicando: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). El Evangelio de Marcos también registra que este es el mensaje principal de Jesús (Marcos 1:15). Él es el Rey que ofrece a la nación Su reino.

Lucas nos dice que Jesús “volvió en el poder del Espíritu a Galilea… y enseñaban en las sinagogas de ellos” (Lucas 4:14-15).

 

Un Milagro a Distancia

Como sabe, estamos estudiando los Evangelios cronológicamente, y lo que sucede primero aquí en Galilea, en el ministerio de Jesús, se encuentra registrado en el evangelio de Juan:

Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. (versículos 46-47)

Lo que me llama la atención es ver que este noble de la corte romana que viene a ver a este pobre hijo de un carpintero, a este rabino judío itinerante. ¿Por qué? Bueno, porque cree que Jesús puede sanar a su hijo, aún cuando otros dudan de Él. Este padre está francamente desesperado. Y ¿sabe qué? Cuando alguien experimenta una crisis, instintivamente se pone a orar. Yo nunca he conocido a un ateo en la sala de urgencias.

Bueno, este hombre aquí va a pedirle a Jesús que sane a su hijo y eso está bien a todo esto. Pero se equivoca al asumir que Jesús debe estar físicamente presente para sanar a su hijo. Él no sabe que Jesús de hecho está sosteniendo el universo con Su poder, como dice Colosenses 1:17.

Pero lo maravilloso es que Jesús acepta a todo aquel que venga a Él por fe, incluso si no entiende bien lo que está pidiendo.

Así que, este noble le dice a Jesús en el versículo 49: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”. La palabra griega para “Señor” es un título de respeto. Se lo dice a un superior. Así que el hombre le dice a Jesús: “Yo sé que eres más que un carpintero y un rabino. ¡Yo se que tienes gran autoridad!”

Jesús le responde en el versículo 50: “Vete; Tu hijo vive”. ¿Eso es todo? Jesús no necesita ir a la casa de este hombre; Ni siquiera tiene que tocar a su hijo. Solo “¡Ve, tu hijo vive!” Es todo. Así es. Y no pase por alto la respuesta de este hombre: “El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue”. Déjeme decirle: ¡Eso es fe en acción!

Y lo que ocurre después es asombroso. De camino a casa, el hombre se encuentra con uno de sus sirvientes que había salido corriendo para decirle que su hijo se había curado. Ellos, conversando se dan cuenta de que a la misma hora en que Jesús dijo que el niño viviría, la fiebre se había ido. Y entonces, este hombre y , con él, todo su hogar nos dice el versículo 53  creyeron en Jesús como el mesías.

El Violento Rechazo contra Jesús en Nazaret

A continuación, Jesús y sus discípulos salen de Caná, y Lucas 4:16 nos dice que llegaron al pueblo de “Nazaret, donde [Jesús] se había criado”. Nazaret no era una ciudad grande, por cierto. Arqueólogos han determinado que en la infancia de Jesús, Nazaret tenía una población de unas de 400 personas. Ahora sabemos que era un pueblo algo pobre también; De hecho, Allí nunca se ha excavado artículos costosos, en Nazaret solo vasos y jarrones comunes y corrientes hechos de barro.[1]

Lucas continúa en el versículo 16:

y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos. A predicar el año agradable del Señor.(versículos 16-19)

Escuche, el pueblo judío amaba esta profecía en particular de Isaías 61, y ¡con razón! Ahí dice: cuando llegue el Mesías, el Ungido, la vida va mejorar para todos: Va a haber libertad, sanidad de enfermedades, independencia política. Este era uno de sus pasajes favoritos.

Pero, el versículo 21 registra lo que Jesús dice sobre este pasaje: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. También podría traducirlo: “Esta Escritura se ha cumplido mientras la han estado escuchando”.[2]  ¿Qué les dice Jesús? Él dice: “Soy yo. Yo soy el Ungido; Yo soy el Mesías. ¡Aquí estoy!”

Ahora, cuando junta este relato de Lucas con el relato de Marcos 6, uno puede ver cómo las personas reaccionan y pasan muy rápido de asombro a indignación. “¿Cómo puede este joven decir que es el Mesías cuando lo vimos crecer?” Ellos no le creen una palabra de lo que dice

Jesús apacigua el alboroto y dice en Lucas 4:23: ” Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.” O sea, Jesús les dice: “¡Ustedes quieren que haga un milagro para probar lo que acabo de decir, que soy el Mesías!”

Pero en cambio, Jesús comienza a hablar en los siguientes versículos de que los profetas Elías y Eliseo fueron a predicar a los gentiles impíos porque Israel no los escuchaba. 

Bueno, le digo que esta gente en Nazaret inmediatamente entienden lo que Jesús les dice. Él les dice: “soy el profeta como Elías y Eliseo, y porque ustedes se niegan a creerme, son aún peores que esos impíos gentiles.[3] Y esas palabras fueron una bomba nuclear que estalló en la sinagoga.

El versículo 29 dice:

y levantándose, echaron a Jesús fuera de la ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para tirar a Jesús desde allí. (NBLA)

Ahora, le digo que si yo fuera Jesús, les habría mostrado un milagro justo en ese momento, ¡un milagro de juicio! Después de todo, ¡lo quieren tirar de un precipicio!

En cambio, leemos que milagrosamente escapa a través de la multitud, quizás haciéndose invisible. No sabemos exactamente lo que hizo, pero simplemente desapareció y se fue.

 

Lecciones de la Respuesta de Jesus

Pero, me gustaría que note lo que Jesús no hizo. Primero, él no perdió el control. El versículo 30 dice: ” Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue”. Simplemente, se fue; No devolvió el golpe.

Segundo, quiero que note que Jesús no se desanimó. Piense en esto: Jesús es Dios, pero también es completamente humano, y esta es su ciudad; estos son los amigos con que creció, son sus vecinos, y ahora quieren matarlo. ¡Jesús, como ser humano, se habría sentido herido! Mira lo que su ejemplo nos enseña: es posible ser herido y no desanimarse.

Finalmente, quiero notar que Jesús no perdió el rumbo. Leemos en el versículo 30: “Se fue”. O sea, él siguió el ministerio que había comenzado. El tiempo del verbo nos dice que Él siguió adelante.[4]

No iba a renunciar. Tampoco iba a desviarse del camino.

Tal vez hoy enfrentas rechazo o estas sufriendo la burla de tus compañeros o colegas. Tal vez estás casado con alguien que no aprecia tu amor por Cristo y Su iglesia donde quiere congregarse aún más fielmente. Tal vez tengas familiares que piensan que estás loco, eres un fanático, que perdió la cabeza al seguir a Cristo.

Siga este ejemplo: No pierdas el control de tus emociones, eso es: no contraataques. Dos: No te desanimes mientras sigues al Señor, quien también fue rechazado. Y no pierdas de vista la verdad de que tienes. Tú tienes lo que el mundo necesita más: perdón, propósito y, al final, un futuro en el cielo por siempre.

Así que, hermano, no pierdas el control; no te desanimes, y no pierdas el rumbo. Sigue perseverando para la gloria de Dios.

 

[1] David E. Garland, Lucas, Comentario exegético sobre el Nuevo Testamento (Zondervan, 2011), 195.

[2] J. Reiling y J. L. Swellengrebel, A Translator’s Handbook on the Gospel of Luke (Manual del traductor sobre el Evangelio de Lucas) (Sociedades Bíblicas Unidas, 1971), pág. 203.

[3] Garland, 195.

[4] Véase Charles R. Swindoll, Insights on Luke (Zondervan, 2012), pág. 111.