Lección Travesía Bíblica

Navegando por los Evangelios

Lección 380: El Llamado de unos Apóstoles Inusuales

Pasajes Bíblicos Estudiados: Marcos 3:13-19; Lucas 6:12-16.

En este fascinante viaje por los evangelios, descubrirás la sorprendente transformación de cuatro hombres comunes en poderosos instrumentos de Dios, elegidos personalmente por Jesús para llevar su mensaje al mundo. Esta es la historia de los apóstoles Felipe, Bartolomé, Mateo y Tomás.

El Poder de Jesús en sus Discípulos

El poeta Henry Longfellow podía escribir una rima en un trozo de papel e influenciar a una generación; Él era un maestro en poesía, un genio. Rembrandt pintaba sobre un lienzo, y se convertía en una obra maestra; Era un artista brillante.

Pero no hay maestro que pueda compararse con el genio, la maestría, de Jesús, que toma pecadores y los transforma en sus discípulos; él es grande, muy rico en gracia.

En nuestra última travesía, vimos a los primeros cuatro discípulos escogidos por Jesús – y observamos Su maestría en sus vidas. El siguiente en la lista de Lucas, en el capítulo 6, versículo 14, es Felipe. Voy a presentarlo dándole otro principio clave que vemos aquí: El Señor escogió a Sus discípulos, no por sus impresionantes habilidades, sino por su disponibilidad.

Me acuerdo cómo al ir creciendo, mi madre me repetía a mí y a mis hermanos este principio hasta el cansancio: la disponibilidad es la mayor habilidad. Y es verdad. Ningún discípulo ejemplifica esto mejor que Felipe.

El Apóstol Felipe

Felipe va a aparecer en cuatro breves escenas que vemos en cuatro capítulos del Evangelio de Juan (1:43-46; 6:5-7; 12:20-22; 14:8-10). Si lo hubieras conocido, creo que no te habría llamado mucho la atención, era un hombre bien – común. Él era del mismo pueblo que Pedro y Andrés, y lo más probable es que asistiera a la misma sinagoga.[1]

Él era un pensador silencioso, un planificador. Él no era un hombre que tomara riesgos en la vida. De hecho, hay una escena en la que Jesús va a tocar ese tema en la mente de Felipe. Hay un grupo hambriento de 5.000 hombres, más mujeres y niños, que necesitan comer. Y Jesús le dice Felipe en Juan capítulo 6 versículo 5: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía [Jesús] para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. (Juan 6:5-6).

Felipe, evidentemente, empieza a calcular: “A ver, 5.000 hombres, más mujeres y niños […] comida por persona, dinero por persona”. Hace los cálculos y le dice a Jesús en el versículo 7: “Doscientos denarios de pan no no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco”. Doscientos denarios equivalían al salario anual promedio. Felipe le dice a Jesús: “¡No tenemos esa plata! No hay forma de que podamos alimentarlos “.

Y en ese momento, Andrés aparece y dice: “Hey, encontré a un niño dispuesto a donar su almuerzo; Aquí tiene, a ver, veamos, unos cinco pedacitos de pan de cebada y unos dos pescaditos- que serían del tamaño de unas sardinas. Felipe debe estar pensando, Andrés, ¡has perdido la cabeza! ¡Y eso de que nos va a servir!¡No es suficiente!

Es como si Jesús dirigiera este milagro directo al corazón de Felipe. Jesús va a enseñarle al alimentar a la gente que no es lo que se puede calcular; no se trata de cuánto tienes; es cuánto le das al Maestro, y dejas que Él se encargue del todo el resto.

Qué gran lección. Y no pase por alto que Jesús escogió a Felipe. Jesús escogió a un hombre de hechos y cálculos, organizado y pensador, para ser uno de sus discípulos. Quizás usted sea tal como él, hoy.

Según algunas fuentes históricas, Felipe fue pionero en llevar el evangelio en lo que hoy es la nación moderna de Turquía, guiando a multitudes de incrédulos a Cristo antes de ser apedreado a muerte como mártir por su fe.[2]

El Apóstol Bartolomé

Ahora, continuando con nuestra lista, Lucas menciona a Bartolomé, que significa “hijo de Tolmai”. Este es el mismo nombre que vemos en Mateo, Marcos y Lucas. Pero el Evangelio de Juan dice Natanael; así que, su nombre completo sería Natanael Bartolomé o Natanael, el hijo de Tolmai.

Ahora, si pensabas que no había mucho que leer sobre Felipe, hay aún menos en la Biblia que leer de Natanael. De hecho, solo tenemos una interacción que involucra a Natanael, y es cuando se encuentra con Jesús por primera vez.

Comenzando en Juan capítulo 1, versículo 45, leemos:

Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.

Así que, lo que pasa es que Felipe busca a su amigo Natanael, que está sentado bajo una higuera, quizás tomando una siesta; y Felipe le dice que encontraron al Mesías, Jesús de Nazaret. Natanael lo mira y le dice sarcásticamente en el versículo 46: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? “En otras palabras, “Nada importante sale de ese pueblito”.

Pero al estar ahora delante de Jesús, en su presencia, el Señor le dice en el versículo 48: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” Natanael queda estupefacto. Él responde entendiendo la omnisciencia del Señor, esta indudable muestra de poder, y dice en el versículo 49: “¡Tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!”

¡Me encanta! Se convenció en dos segundos. Esto es lo que él está pensando: Si Jesús pudo verme debajo de esa higuera, y Él no estaba allí, Debe ser el Hijo de Dios, ¡y si es el hijo de Dios lo haría el Rey de Israel! Es evidente que, Natanael es el tipo de hombre que decía lo que creía, y que tomaba decisiones rápido.

Por cierto, no sabemos de ningún otro miembro de su familia que acompaño a Natanael; pareciera que él fue el único de su familia que siguió a Cristo. Quizás tú te identificas, y tal vez, seas la primera persona en toda tu familia en seguir al Señor Jesucristo. Me gustaría que consideres que esto no impidió el impacto de Natanael para Cristo. No importó que no tuviera un largo linaje de personas que seguían a Cristo. De hecho, hay tradiciones que registran que él va a llegar hasta el norte de Irán e incluso al sur de Rusia con el evangelio, y va a dejar tras suyo un legado espiritual de fidelidad a Cristo.

El Apóstol Mateo

El siguiente en la lista que nos entrega Lucas es Mateo. Él discípulo Mateo ya apareció antes en nuestra travesía por los Evangelios y lo estudiamos un poco. Pero, repasando, Mateo, o Leví, era considerado un traidor por su pueblo. Era un cobrador de impuestos. Él había vendido su lealtad al imperio romano para ganar dinero a costa de su pueblo.

Así que él había abandonado a su pueblo. Él está exigiéndoles más de lo que Roma les requería en impuestos; él era un ladrón.

Y se había hecho rico de esa tan despreciable manera. Estoy convencido de que los otros discípulos se habrían preguntado si Jesús se equivocó escogiendo a Mateo.

Pero esa decisión demuestra otro principio a tener en cuenta aquí: Jesús no escogió a personas capacitadas; escogió personas y luego las capacitó para servir.

El Señor cambiará tan radicalmente el corazón de Mateo, que eventualmente escribirá el Evangelio de Mateo, principalmente para alcanzar a Israel que había abandonado antes en su vida. Tenga eso en mente. Él va a dirigirse a ellos y escribirles que Jesucristo es en verdad su Mesías.

El Apóstol Tomás

Ahora, permítame presentarle al siguiente discípulo que vemos en la lista. Su nombre es Tomás. En Juan 11:v16, se lo llama “el Gemelo – Dídimo”. Evidentemente, tenía un hermano gemelo, pero no sabemos nada acerca de él. Lo que sabemos es que a través de los siglos Tomás llegó a tener este sobrenombre no muy halagador: “el apóstol que dudó”. Y a Tomás se lo conoce de esa forma hasta el día de hoy, 2.000 años despúes. Pareciera – que a nadie se le va a olvidar. Él parece algo melancólico en la biblia; Él se apresuró a creer lo peor; y él también se desplomó desesperado y al principio no creyó que Jesús había resucitado y faltó a la reunión con los discípulos cuando Jesús apareció.[3]

Pero escuche esto, yo creo que Tomás merece otro apodo, y no es “Tomás el incrédulo”; sinó que sería el “intrépido” Tomás”. Alguna vez pensó en el hecho que Tomás fue el primer discípulo en decir que estaba dispuesto a morir con Cristo. Pasó cuando Jesús decidió ir a visitar la tumba de Lázaro, y los otros discípulos se resistieron porque sabían que los líderes judíos planeaban matar a Jesús. Tomás dijo en Juan 11:16 y dijo: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”. O sea, “si Él va a morir, yo quiero morir con Él”. Esta es una increíble declaración de coraje y amor por Cristo.

Permítame darle otro principio clave: Jesús no escogió discípulos que nunca lo decepcionarían; Les mostró a sus discípulos que Él nunca los decepcionaría a ellos.

Por cierto, si el Señor no permitiera que aquellos que lo decepcionan fueran Sus discípulos, yo no sería uno de ellos hoy, y quizás tú tampoco.

La historia registra, a todo esto, que Tomás llevó el evangelio a los confines de la India. Sirvió al Señor fielmente allí en India antes de ser martirizado por su fe. He visitado la ciudad de Chennai, donde Tomás fue supuestamente enterrado. Y hasta el día de hoy, muchas iglesias en el sur de la India tienen sus raíces en el fiel y valiente ministerio de Tomás el intrépido, no Tomás el incrédulo.[4]

 

[1] G. Campbell Morgan, The Great Physician (Fleming Revell, 1937), pág. 4.

[2] Las tradiciones concernientes a los discípulos en los años posteriores al ministerio terrenal de Jesús se resumen en William Steuart McBirnie, The Search for the Twelve Apostles (Living Books, 1973) y John MacArthur, Twelve Ordinary Men (W Publishing Group, 2002).

[3] Ibíd., 33.

[4] MacArthur, 164.